Éste artículo cierra la magnífica serie en la que José Ramón Rodríguez nos ha presentado de manera amena e instructiva la historia de los primeros tiempos del golf en Estados Unidos. Después de analizar la llegada del golf al Nuevo Mundo y las andanzas de los precursores del golf organizado en Estados Unidos, José Ramón nos relata la hazaña de Francis Ouimet, el amateur estadounidense que venció a las principales figuras golfísticas de la época en el US Open de 1913, punto de inflexión para la popularización del deporte en el país norteamericano.
El proceso de expansión del golf en EE. UU., que se había iniciado en 1880, estalla en el último lustro del siglo XIX, adquiriendo proporciones difíciles de imaginar. En 1895 se abre el primer campo público en Van Cortlandt Park, en el Bronx, Nueva York, que sigue en uso hoy día y en 1897 se publica la primera revista de golf; tenía periodicidad mensual y se llamaba simplemente Golf. Hacia 1895 había unos 50 campos en Estados Unidos y en 1900 ese número superaba los 1000, más que en todo el Reino Unido. El número de practicantes en los primeros años del siglo XX se estimó en un millón.
Esa hiperinflación sin precedentes era vista con recelo por algunos, como queda reflejado en el Montclair Times de Nueva Jersey, en el que el 24 de noviembre de 1894 se podía leer: “Los que no hayan estado en contacto con esta moda pasajera deben evitar a las víctimas de la golfmanía aguda, porque no pueden hablar de otra cosa que no sea golf; sueñan con él, lo difunden, a pesar de la triste realidad de que un experto ha afirmado que hacen falta tres años de práctica antes de ser un jugador competente”. Otros, como William Garrott Brown, anticipaban la penetración social del golf al escribir en el Atlantic Monthly: ”Hay tres cosas que se han introducido en la vida americana en los últimos años. Junten un grupo de americanos razonablemente informados y con medios y probablemente hablarán de tres cosas que hace 10 años habrían pasado inadvertidas: Hablarán de dinero […], hablarán de asuntos militares, navales, coloniales y diplomáticos, […] y hablarán de golf.”
No resulta sencillo buscar las causas de esta súbita expansión. El golf se encontró con una sociedad que había cambiado su actitud frente al trabajo y el ocio, severamente condenado por el protestantismo tradicional, que hacía la práctica deportiva más aceptable desde el punto de vista moral, además de empezar a valorarse los beneficios físicos y psicológicos del deporte, en especial el golf que era apto para todas las edades y sexos. Determinados cambios económicos hicieron que se dispusiera de más tiempo libre y se comenzó con un urbanismo basado en barrios residenciales que proporcionaban el espacio necesario.
La popularidad del golf tuvo una inmediata correspondencia por parte de la industria. En 1896 Albert G. Spalding comienza a fabricar y vender palos de golf a gran escala y en 1898 Coburn Haskell, con la colaboración de Bertram Work, directivo de BF Goodrich, crea la bola que lleva su nombre y que hizo desaparecer a la tradicional bola de gutapercha de los campos de juego. Pese a la pujanza de la nueva bola Haskell, Spalding contrató a Harry Vardon para que hiciera una gira por todo el país en 1900 promocionando su Vardon Flyer, el último modelo “famoso” de bola de gutapercha. La gira fue tal éxito que, según cuentan, cuando Vardon jugó en Nueva York la bolsa cerró para poder ir a verlo, aunque posteriormente las bolas Haskell (denostadas por algunos especialistas por su núcleo de caucho que las hacían rebotar de manera caprichosa) acabaron imponiendo su ley, ya que con ellas se alcanzaban unos 30 metros más desde el tee. El resultado de todo ello es que en los primeros años del siglo XX Estados Unidos pasa de ser un importador de material de golf a exportar más de 100.000 palos al año a Gran Bretaña.
El apoyo social al golf no tardó en verse reflejado en los torneos internacionales más importantes. En 1904 Walter Travis, periodista, diseñador de campos y profesor de golf, ganó el British Amateur, la primera vez que lo hacía un jugador no británico. Para ello usó el famoso putter Schenectady, un putter con varilla centrada que había diseñado Arthur Knight y que había llamado igual que la ciudad en la que vivía. Después de su victoria, el R&A prohibió ese tipo de putters porque se parecían demasiado a un mazo de cróquet, aunque las malas lenguas dicen que fue más una rabieta por lo que se interpretó como una afrenta intolerable. La prohibición se mantuvo hasta 1952.
Por el contrario, el US Open se le resistía a los jugadores americanos. Las primeras 16 ediciones fueron ganadas por jugadores británicos y hubo que esperar hasta 1911 para que un jugador estadounidense lo ganara por primera vez. A pesar de esa primera victoria, conseguida por John McDermott y de que defendió el título el año siguiente, la victoria que supuso el espaldarazo definitivo al golf en Estados Unidos fue la de la edición de 1913.
Frances Desales Ouimet nació un 8 de mayo de 1893, hijo de padres inmigrantes, en lo más bajo de la escala social. Con cuatro años su familia se mudó a una casa en Clyde Street en Brookline, Massachusetts, tan solo separada del hoyo 17 de The Country Club, uno de los clubes de golf más antiguos de Estados Unidos y fundador de la USGA, por una calle. Su hermano mayor ayudaba a la familia haciendo de caddie en The Country Club y de él aprendió los rudimentos del juego tras improvisar un campo en el patio de atrás de su casa. Con nueve años Francis comenzó a hacer también de caddie y pudo ver la exhibición que dio Harry Vardon en Brookline en 1900. Con el swing de Vardon en la cabeza, comenzó a trabajar para imitarlo y corregir sus fallos. Sus esfuerzos dieron sus frutos años después cuando en 1909 se impuso en el Campeonato Interescolar de Boston y el US Amateur en 1913.
Esa victoria no dejó indiferente a la USGA, que lo invitó al US Open de ese mismo año que tenía como sede The Country Club. La USGA buscaba un gancho para la población local y de esa forma hacer frente a la armada británica, personalizada en Harry Vardon y Ted Ray, que venía patrocinada por lord Northcliffe, magnate de la prensa que acudía con la misión de poner las cosas en orden devolviendo el US Open a las Islas después de dos victorias norteamericanas consecutivas. Ouimet se ganó aún más el favor del público al hacerse acompañar de Eddie Lowery como caddie, un niño, acaso su mayor seguidor, de diez años y poco más de 1,20 de estatura.
Al final del último día de competición, Ouimet conseguía meterse en el play-off con Vardon y Ray, después de hacerle un birdie al 17. Walter Hagen, que sería dominador del golf en los siguientes 15 años, quedó cuarto a tres golpes.
En el play-off, con la ayuda de su caddie que le repetía como un mantra “mantén la cabeza baja que yo miraré la bola”, Ouimet aguantó el tirón de los 9 primeros hoyos que los tres participantes hicieron en 38 golpes. En el hoyo 10, Vardon y Ray hicieron tres putts dándole a Ouimet un golpe de ventaja que se mantuvo hasta el 15 en el que Ted Ray hizo un doble bogey que le descolgó de la carrera.
Llegados al 17, el hoyo que estaba enfrente de la casa de Ouimet, Vardon arriesgó intentando acortar el dogleg pero cayó en un bunker, desde entonces conocido como bunker de Vardon, acabando el hoyo con bogey. Por su parte, Ouimet embocó un putt de 5 metros para hacer uno bajo y lograr una ventaja de tres golpes que ampliaría a cinco en el último hoyo.
La victoria de Ouimet causó una conmoción en el mundo deportivo como ninguna otra. Ouimet se convirtió en el epítome de los valores americanos porque la suya era la victoria del humilde y del hombre hecho a sí mismo. Fue en el primer gran héroe del golf americano, llevó el golf a las primeras páginas de los periódicos y cambió la percepción que se tenía del golf en general y del golf americano en particular, al situarlo a la misma altura que el golf de las Islas Británicas.
Como consecuencia, el número de jugadores se multiplicó por seis en los siguientes diez años y el número de campos públicos creció exponencialmente. A pesar de ser amateur, el triunfo de Ouimet tuvo además consecuencias inesperadas en el mundo profesional. En los años siguientes Vardon y Ray fueron nombrados miembros honoríficos de numerosos clubes, con lo cual el profesional dejaba de ser un jugador de segunda clase.
Por todo ello, no es exagerado afirmar que sin Ouimet el golf nunca hubiera sido como es hoy día.
3 comentarios a “Los orígenes del golf americano: la hazaña de Ouimet”
Soy un asiduo «vidente» de saber y ganar y acabo de aprender algo de la historia del golf. Gracias por hacerme disfrutar un rato y un saludo muy cordial. Sigue siendo tan simpático.
Gracias por este artículo , la película «The greatest game ever played» es muy buena pero no es exactamente como ocurrió en la realidad . Ahora sabemos un poco más de historia del golf.
La mas alta expresión de la grandeza humana en un solo espiritu
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