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Zona Pro

Merion sigue vivo

Enrique Soto | 14 de junio de 2013

“Hicieron los hoyos complicados incluso más duros. Movieron los tees atrás en los más difíciles y adoro eso, porque si estás jugando bien vas a ser capaz de hacer pares y te vas a separar de tus rivales”. Son palabras de Phil Mickelson, que llegó al Merion Golf Club cuatro horas antes de pegar su primer golpe del día. Se había dicho que los resultados iban a ser muy bajos debido a todo el agua caída en la zona durante la última semana, que el menos dieciséis que consiguió Rory McIlroy en Congressional iba a ser pulverizado con greenes tan receptivos, que este campo no era lo suficientemente largo para el material que se juega hoy día… Pero ninguno de los que afirmaban estas cosas había disputado un solo hoyo del U.S. Open.

Ya lo dijo Johnny Miller cuando todavía estaba en activo: “Las colas más largas en los servicios se dan el jueves antes del segundo grande de la temporada”. O lo que es lo mismo: el campo que se juega sobre el papel poco tiene que ver con el que uno se encuentra en competición. Se habló durante días de la estrategia que iban a seguir los principales favoritos al título, de la cantidad de hierros que se pegan de salida y la de wedges para atacar banderas –o cestas– y de que ya no se patearía sobre un mármol recién pulido, sino sobre greenes más bien lentos. Pero Merion contestó a los planteamientos como un boxeador herido, aún con fuerzas, y la contra impactó en el rostro de los contendientes como un martillazo en mitad de la lluvia. Pum. Dos jugadores en casa club bajo par. El resto, pensando en cómo se escaparon tantos golpes.

No es de extrañar que un jugador recién aterrizado de California, pero con las ideas muy claras, fuera el primero en conseguir hacerle daño a este diseño. Phil Mickelson se perdió las ruedas de prensa de sus rivales y seguramente hiciera caso omiso de los comentarios acerca de las facilidades que afrontaría esta semana, como tapándose los oídos ante el canto de las sirenas. “Ya veremos mañana”, debió decirse. Dicho y hecho. Once de catorce calles y una vuelta de 67 golpes (menos tres).

Ha finalizado cinco veces segundo en este campeonato y en todas ellas se caracterizó por mostrarse certero desde el tee de salida, su talón de Aquiles particular. Echen un vistazo a sus estadísticas a lo largo de los años y se darán cuenta de todo lo que sufre Phil con el driver en las manos: 166º en 2012, 177º en 2011, 188º en 2010… La última vez que Mickelson estuvo entre los cien primeros fue en el año 2001 y, aún así, ha conseguido convertirse en el noveno jugador con más triunfos de la historia del PGA Tour. Ha pasado buena parte de su carrera en la cuerda floja, ganando desde la arena, desde el rough, los árboles… Se ha tenido que acostumbrar tanto a escapar y jugar por alto que no pestañea cuando ve una bola enterrada en unos matojos o afronta una sacada de bunker de treinta metros con un green con pendientes sobrenaturales, pero sobre todo, tanto vivir al límite en los campos de golf le ha acostumbrado a la angustia de las grandes citas. Phil no visita el baño antes del U.S. Open, como decía Miller, sino que sale dispuesto a afrontar un nuevo combate.

“Es un gran competidor”, declaró Steve Stricker, que finalizó con mas uno esta jornada. “Lo más importante aquí es que si te sientes cómodo con tus decisiones puedes vivir con ello. Creo que él esperaba jugar bien”. Nadie fue capaz de igualar su rendimiento en dieciocho hoyos y solo Nicolas Colsaerts terminó el día bajo par, en menos uno. El resto, todavía tienen que enfrentarse a un Merion más vivo que nunca.

Luke Donald se reencontró con el jugador sólido de tee a green e inspirado en los greenes de tiempos pasados. Tras trece hoyos, es el líder de la competición con un acumulado de menos cuatro, aunque con uno de los tramos más duros de este recorrido por delante. Por fin el que fuera número uno del mundo parece llegar a un major preparado para la ocasión, sin tantos triunfos en la mochila como en otras temporadas pero con la convicción de que está listo para dar el gran paso. “Como uno de los mejores, espero que el campo esté lo más duro posible”, declaró en rueda de prensa esta semana. Merion respondió a sus expectativas y el inglés sonrió por sus calles dibujando golpes y oportunidades de birdie. El Adam Scott que destrozó el Augusta National, le sigue junto a Mickelson desde el menos tres, aunque con siete pruebas todavía por afrontar. Webb Simpson, Mathew Goggin y Alistair Presnell se encuentran en menos dos, pero sin haber completado siquiera nueve hoyos.

Rory McIlroy se ha situado al par tras once disputados, como todavía acostumbrándose a este campo, mientras que un Tiger Woods herido marcha a ritmo de mas dos. El número uno del mundo agitó su brazo izquierdo hasta en tres ocasiones a lo largo de la jornada, en lo que parecen molestias en su muñeca izquierda; la misma en la que se hizo daño en el U.S. Open de 1995. Al igual que sucedió la última vez que ganara un major, no podemos esperar que reconozca ningún tipo de lesión antes del domingo, ya que Tiger no se retira en las grandes citas y, mucho menos, reconoce sus debilidades. Hasta ahora ha sido una víctima más de Merion, el campo que parecía ser fácil.

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