Que el golf es un deporte de largo recorrido es una tautología a la que nos aferramos aquellos cuyo mejor momento deportivo se desvaneció en nuestra juventud. No obstante, aunque el Champions Tour ofrece un retiro dorado a un puñado de elegidos y de vez en cuando disfrutamos con las pinceladas de genialidad de Tom Watson en el Open Championship o Bernhard Langer en el Masters, son pocos los jugadores que de veras se mantienen competitivos en plena madurez. Por supuesto, Miguel Ángel Jiménez es una bienvenida anomalía en este aspecto, un jugador mágico que se escapa a cualquier clasificación.
No descubrimos nada al abundar en el carácter y la personalidad del jugador de Churriana, que maneja sabiamente la estereotipada imagen de bon vivant que tanto cala en la afición de todo el planeta pese a ir a la contra de lo políticamente correcto en el ámbito del golf y estar muy alejado de lo estándar en gustos y afinidades políticas. Jiménez va mucho más allá del tópico y combina sustancia y estilo, en el más puro canon cyberpunk, al ofrecer resultados y deslumbrar con sus ocurrencias. Los patrocinadores siguen acudiendo (los últimos, Mitsubishi y la marca de gafas Maui Jim) y los apoyos entre la afición se multiplican (por cierto, ¿bajo qué piedra se ha escondido Keegan Bradley?).
Detrás de los puros, el jamón, el vino y el aceite de oliva hay trabajo duro, constancia y paciencia. Al borde de la cincuentena, Jiménez fue capaz de recuperarse de una dura lesión y vuelve a vivir otra época tan dorada como sus rebeldes rizos. El de Churriana suma ya más de 22 años en el top 100 del mundo, los trece últimos de manera consecutiva, y gracias a sus dos subcampeonatos consecutivos en El Prat y Wentworth ha vuelto a estar entre los cincuenta mejores justo a tiempo para entrar en el US Open. Jiménez estará en los tres majors que restan en 2015 por méritos propios, otra muestra más de su carácter incombustible. Además del récord recién batido de hoyos en uno en el European Tour (10) y de ser el ganador más veterano del circuito (ganó el Open de España de 2014 con 50 años y 133 días), Jiménez es el tercer jugador con más torneos disputados y el primero en cortes superados con 523.
En una época marcada por la irrupción del joven Jordan Spieth con solo 21 primaveras y el dominio de Rory McIlroy con 26 años, hay que contextualizar la hazaña de Jiménez. A los 50 años, Jack Nicklaus ocupaba la 139º plaza en el ranking mundial (1990), Tom Watson era 98º (1999), Lee Trevino era 147º (1989), Nick Faldo, Bernhard Langer, Mark O’Meara y Severiano Ballesteros estaban más allá del 300 (2007), y Colin Montgomerie cumplía 50 en el 650º (2013).
En la época contemporánea del ranking mundial solo hay dos antecedentes comparables a la trayectoria del español, dos estadounidenses de peso en el golf moderno. Jay Haas, que jugó la Ryder Cup con casi 51 años, llegó a la edad sénior instalado en el puesto 27º del ranking mundial y con la edad actual de Jiménez (51 años, 4 meses y 20 días) era 41º en la clasificación. Haas se mantuvo en el top 100 hasta finales de enero de 2006, cuando tenía ya 53 años. Otro miembro de la «resistencia veterana» fue Kenny Perry, que cumplió 50 años en el puesto 39º del mundo, aunque con los años que ahora tiene Jiménez ya estaba por debajo del 500º. Si nos remontamos una década hacia atrás encontramos a otro «resistente», Ray Floyd, que en 1992 cumplió los 50 en el puesto 14º del ranking y salió del top 100 con 52 años y medio.
Jiménez, además, tiene relativamente cerca otra marca histórica, la del indiscutible héroe del golf intemporal, Sam Snead. Aunque el ranking mundial se introdujo hace 24 años, mucho después de la época de Slammin’ Sam, el estadounidense sigue teniendo el récord del ganador más veterano en uno de los dos principales circuitos, ya que lo logró al imponerse por octava vez en el Greater Greensboro Open con 52 años, 10 meses y 8 día en 1965, hace ya 50 años.
Después de lo demostrado esta temporada, a estas alturas nadie duda de que Jiménez seguirá competitivo dentro de un año y medio y que intentará asaltar otro puñado de récords al postularse una vez más como jugador Ryder y, quién sabe, aspirar a batir la marca mítica de Snead. Y como escribió el periodista Lincoln A. Werden del New York Times cuando ganó Snead su último Greater Greensboro Open, cuando eso suceda «todos los jugadores sénior sonreirán».
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