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Molinari y los españoles dominan los elementos

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Enrique Soto | 24 de mayo de 2013

Wentworth recibía a los mejores jugadores europeos después de haber visto cómo Luke Donald conseguía vencer con un acumulado de menos quince en 2012. El por entonces mejor jugador del mundo apenas fallaba una calle, y sus golpes a green eran la antesala de un putt que siempre terminaba entrando por el centro del agujero. Cuánto han cambiado las cosas en tan poco tiempo, debe de pensar el inglés, que falló el segundo corte de su carrera en el Circuito Europeo esta semana. Pero Wentworth ya no es Wentworth. El viento, la lluvia, el frío y la humedad han convertido un campo que demanda precisión en una prueba de resistencia física y mental, en la que no es tan importante el estado de forma como la capacidad para minimizar errores. Salir del hoyo con vida y esperar la oportunidad de dar un zarpazo en forma de birdie.

Dicen que si un oso persigue a dos cazadores, para salvarse no es necesario correr más que la fiera. Simplemente hay que correr más que el compañero. Algo así le está sucediendo a los profesionales en el BMW PGA Championship. No comparan su resultado con respecto al animal, es decir, el campo, sino que lo hacen respecto a un baremo al que no están acostumbrados: sus oponentes. Firmar una vuelta de par ataviados con un traje de agua, el gorro, los guantes, las toallas… es sinónimo de éxito, a pesar de que para ellos, en cualquier otro escenario, se trate de una vuelta mediocre. Aguantan de la mejor manera posible hasta encontrar una forma de atacar a la bestia. Sirva como ejemplo la vuelta de Alejandro Cañizares, que cogió solo ocho greenes en regulación pero remató el día con cuatro birdies. Esperar, respirar hondo y no parpadear ante las ocasiones claras.

No ha tenido un mes sencillo el español, que cogió una meningitis viral en Asia y está lejos de su mejor forma. “No me pongo mucha presión porque no estoy al cien por cien, pero está funcionando”, declaró al finalizar con 70 impactos la segunda jornada. Golpe a golpe, olvidándose de lo que ha podido suceder con anterioridad, Alejandro se ha situado a solo un golpe del liderato. ¿Quién está ahí arriba? La mejor versión de Francesco Molinari.

Se echaba de menos al consistente italiano en la élite del golf. Había pasado por unos meses algo perdido, lejos del brillante inicio de temporada que firmó en 2012 y, por supuesto, alejado del jugador capaz de dejarse siempre un putt para birdie, sin importar el hoyo, el país o el torneo. Pero Francesco a vuelto de un modo que define perfectamente su personalidad. Alejado de los focos, silencioso y pensativo, juntando alimentos para afrontar este revivido invierno inglés. “Esto ha sido parte de un proceso: ganar confianza, comenzar a dar buenos golpes”, declaró tras entregar una tarjeta de 68 impactos. Con un acumulado de menos seis, lidera una clasificación en la que todo el mundo se deja golpes por el camino. Junto a Cañizares, George Coetzee, Marc Warren y Mark Foster esperan una oportunidad el fin de semana desde el menos cinco.

Pero que alguien se atreva a prever un resultado ganador en medio de una ventisca. Cualquier hombre que no esté sobre par cuenta con opciones de cobrar protagonismo, y ahí se han situado Gonzalo Fernández-Castaño, Sergio García y Álvaro Quirós, con menos uno, mientras que Pablo Larrazábal le pide a los elementos que el viento sople con más fuerza desde el par. Ninguno de los mejores jugadores españoles a lo largo de la historia ha sido manco cuando se encontraba cerca de green, es más, podríamos pensar sin miedo a equivocarnos que todos ellos se han caracterizado por un juego corto brillante. Para recordarlo basta ver a Miguel Ángel Jiménez, que tras cumplir seiscientos torneos en el circuito, a los 49 años y tras romperse una pierna, es capaz de sumar tres birdies consecutivos y pasar el corte con mas uno. Que venga un doctor a analizar su estado físico mientras él enciende un gran puro. José María Olazábal, también dentro para el fin de semana, también entiende algo de este tema.

Atrás quedan Rory McIlroy, Graeme McDowell, Throbjorn Olesen, Ian Poulter… La estela de los favoritos se desvanece bajo una fuerte lluvia.

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