Nick Price, inocente

Óscar Díaz | 28 de diciembre de 2012

28 de diciembre, día de los Inocentes, jornada ideal para sembrar el caos en los medios de comunicación con titulares disparatados. Aunque nosotros en ocasiones hemos seguido esa vía (como cuando anunciamos que Rafa Nadal jugaría el Iberdrola Open de 2011, un artículo que se convirtió en un bombazo internáutico), esta vez preferimos rescatar la narración de una inocentada épica que sufrió en sus carnes el gran Nick Price y que nos hizo llegar uno de los colaboradores de la web, José Ramón Rodríguez.

En primer lugar hay que aclarar que el día de los Inocentes en la tradición anglosajona no coincide con el nuestro, ya que se celebra el 1 de abril (el April Fool’s Day, el día del tonto de abril, por así decirlo), fecha que es importante en el relato de los hechos.

El sudafricano Nick Price nunca ganó el Masters de Augusta, pero suyo es el récord de la vuelta más baja firmada en este torneo con 63 golpes en 1986.

En octubre de 1990 las lluvias torrenciales se cebaron con Augusta, se inundó la ciudad y sus ríos se desbordaron. Entre esos ríos se incluía el Rae’s Creek, que se llevó por delante el green del 11, la represa que tiene por detrás y el lago de la izquierda, así como el bunker frontal del green del 12 y el tee para socios (no el del Masters) del 13.

Los rectores de Augusta National actuaron de inmediato y para el día de Acción de Gracias (cuatro jueves de noviembre) ya habían construido un green provisional para el hoyo 11, aunque era indistinguible del original. Acabado el Masters de 1991 reconstruyeron y reformaron permanentemente dicho green.

A finales de marzo de 1991 Tom McManus, el Media Services Director de la WJBF-TV, filial de la ABC en Augusta, tramó una pesada broma con la colaboración del representante de Price. Cogió uno de los informativos en los que se empezaba hablando de los Atlanta Braves y grabó un añadido al final en el que se hacía eco de que un directivo de Augusta National, cuya identidad no quería que se revelase, había declarado que a partir del Masters del año siguiente (el de 1992) todos los récords se borrarían y se empezaría de cero y que ese año los récords aparecerían en los dossieres para la prensa marcados con un asterisco para indicar su provisionalidad. Además justificaba esa decisión haciendo alusión expresa al récord de Nick Price, diciendo que con el nuevo green que se proyectaba nunca podría haberse conseguido un resultado así.

Alguien (no está claro si fue el representante de Price o un tal Steve Belch) envió la cinta a la casa de Price en Orlando para que el jugador la viera y supiera lo que “se estaba cociendo”, haciéndole creer que la había conseguido por medio de uno de sus contactos. Dicen que Nick Price solo acertaba a decir «No, no, no… » al tiempo que se incorporaba del sillón desde donde la estaba viendo con el rostro desencajado. El supuesto programa acababa con un «Happy April Fool’s Nick» (“Feliz Día de los Inocentes, Nick”) que aclaraba la cuestión y quitaba el susto del cuerpo al afable jugador sudafricano.

Hay que recordar que todo esto sucede a principios de los 90, que su récord era de 1986 y que pasarían otros cinco años antes de que Norman lo igualara. Ese récord es la única huella indeleble que ha dejado Nick Price en el Masters, torneo que nunca ganó y en el que nunca tuvo una actuación especialmente destacada. Dada la reacción de Price, queda clara la importancia que conceden los profesionales del golf a figurar en la historia del Augusta National.

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