Hay imágenes que se graban a fuego, hechos que se instalan en el subconsciente de los aficionados y que ejercen de resistentes okupas a cualquier intento de desalojo mental, sambenitos que caen de manera injusta sobre determinados golfistas… y Hunter Mahan ha tenido que soportar la carga más onerosa, la de soportar el peso de la derrota de la Ryder de Gales por un chip pifiado en el momento más inoportuno.
Sin embargo, el nuevo Mahan no se lamenta por los golpes fallados, no echa la vista atrás, no se pregunta qué podría haber ocurrido en caso de tomar otra decisión. Al nuevo Mahan, ayudado por el psicólogo canadiense Jim Murphy, le motivan los retos, disfruta con el cara a cara (no en vano es el vigente campeón del Accenture Match Play Championship ante el mejor plantel posible, encabezado por Rory McIlroy) y resuelve las situaciones complicadas como el mejor. Su globo en el 16 de Redstone para dejar la bola dada después de una salida deficiente podría firmarlo el mejor Mickelson; el hoyo 18, tenso y traicionero, lo jugó de libro en el momento de máxima tensión del desenlace del Shell Houston Open, cuando Carl Petterson aguardaba en la casa club a un solo golpe de distancia.
Y el crecimiento de Mahan como jugador también tiene su correspondiente reflejo en los fríos números: su quinta victoria en el PGA Tour le coloca líder de la FedEx Cup y, sobre todo, cuarto en el ranking mundial y mejor estadounidense, posición que arrebata al veterano Steve Stricker y que también sirve para romper el póquer europeo que tanto tiempo llevaba dominando el panorama. Sin duda, llega al Masters en el mejor momento de su carrera.
Por detrás, Carl Petterson ofrecía resistencia pero se quedaba literalmente corto (a su putt para birdie en el 18 le faltaban dos vueltas de entrar) y Louis Oosthuizen, después de un comienzo demoledor (+6 en 10 hoyos) se rehízo en el último tramo y se aupó a la tercera plaza a dos golpes de Mahan.
Con -12 acabaron Overton, Bradley, Davis y Mickelson (no hubo día mágico para el zurdo de Arizona), mientras que Els finalizaba con -10 en la duodécima posición, a seis golpes del pasaporte para Augusta. Después, un Els visiblemente cansado, atendía a la prensa y dejaba un titular jugoso.
“No me va a cambiar la vida. Ya he jugado muchos [Masters]. Qué se le va a hacer… Si recibiera una invitación después de pasar por todo esto no la aceptaría. Que se la queden”.
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