En la privilegiada testa de José María Olazábal caben innumerables recuerdos, la inmensa mayoría de sus éxitos y triunfos, pero también de los sinsabores que ha tenido que superar en el ámbito deportivo y personal. Victorias, lesiones, alegrías y disgustos, todo tiene su hueco en la mente del golfista donostiarra, y entre todas esas vivencias hay algo que seguro que no se le ha olvidado, por remoto que parezca: qué se siente levantando un trofeo como jugador, una emoción que lleva sin experimentar desde aquel lejano Mallorca Classic de 2005.
Y es que Olazábal sigue siendo un ejemplo de trabajo y pundonor, sigue sumido en la búsqueda eterna de la perfección en el swing, sigue librando un duelo diario con el driver, su talón de Aquiles, y mostrando el camino a todos aquellos jóvenes que callan cuando hablan, que le observan admirados mientras golpea una bola tras otra en el campo de prácticas.
El de Hondarribia se niega a aceptar el carácter «testamentario» de los honores que ha recibido últimamente y está empeñado en acabar con la maldición de los capitanes Ryder (ninguno de los capitanes europeos ha vuelto a ganar después de ejercer de timoneles del combinado continental). Para ello, qué mejor que repetir triunfo en un Irish Open que ya ganó en 1990 y de momento ocupa la tercera plaza a dos golpes de los líderes, el joven astro estadounidense Peter Uihlein y un Robert Rock que anda algo despistado este año y ha fallado el corte en seis de los últimos nueve torneos disputados.
«El resultado ha sido muy bueno. Las condiciones estaban un poco más complicadas ya que hoy hace mucho más viento y la verdad es que el juego desde el tee ha sido mejor que ayer. No lo he pasado tan mal desde el tee, aunque he seguido fallando algunos golpes y eso es lo que tengo que mejorar», explicaba al finalizar su vuelta el perfeccionista jugador vasco. «Estoy encantado de estar en esta posición. Hacía mucho tiempo que no estaba en una posición similar y para eso trabajo, para mejorar mi juego y darme alguna oportunidad de vez en cuando».
«Si el viento sopla los resultados no van a ser tan buenos, aunque este año han permitido un poco más de margen en las salidas y el campo no está tan duro como cuando jugamos en 2006», añadía. «La capitanía de la Ryder me exigió mucho y no le pude dedicar mucho tiempo a mi juego, pero ya ha quedado atrás y puedo pasar tiempo entrenando en la cancha de prácticas. Nunca he perdido la esperanza, y por eso paso tantas horas en la cancha».
Pablo Larrazábal sigue aferrándose a las últimas opciones de estar en el Open Championship (necesita dos buenos resultados en Irlanda y Francia) y es octavo con -3, en otra jornada de esas que le gustan, con viento y lucha continua, mientras que el resto de los españoles siguen firmando un gran papel: Rafa Cabrera-Bello es undécimo con -5; Cañizares, Quirós y Campillo se encuentran decimosextos con -4; Lara interrumpe una racha funesta de cinco cortes fallados y es vigésimo quinto con -3; Del Moral y De la Riva son sexagésimos al par; y solo se queda fuera del fin de semana Ignacio Garrido.
Sigue defendiendo el honor nacional el joven Shane Lowry, tercero con -7 junto a Olazábal, después de que cayeran los principales espadas del golf irlandés, una decepción para el fiel y entendido público que acude a Carton House. De un plumazo han caído Harrington, McGinley, McDowell, McIlroy y Clarke, principales reclamos del Irish Open, y los locales tendrán que confiar en la capacidad ya demostrada de Lowry para proporcionarles un nuevo título.
Alejandro Cañizares Álvaro Quirós Carlos del Moral Darren Clarke Eduardo de la Riva European Tour Graeme McDowell Ignacio Garrido Irish Open Jorge Campillo José Manuel Lara José María Olazábal Pablo Larrazábal Padraig Harrington Paul McGinley Peter Uihlein Race to Dubai Race to Dubai 2013 Rafa Cabrera-Bello Robert Rock Rory McIlroy Shane Lowry
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