• Si hubiese una competición en cuanto a quién lleva el disfraz más hortera y altisonante, sin duda los americanos ganarían por goleada en esta Ryder Cup. Bien es verdad que se ven todo tipo de disfraces, atuendos e indumentarias en uno y otro bando, pero para eso los americanos lo bordan, y no hay más que darse una vuelta por el campo, o apuntar la mirada a la grada, para darse cuenta del poco sentido del ridículo del personal y de sus ganas de llamar la atención. Jugando en casa, en eso nos ganan de calle.
• Seguro que lo estáis comprobando en las retransmisiones televisivas, pero una constante (a la que nos hemos acostumbrado) es el paso de aviones de todo tipo y tonelaje por encima del Medinah Country Club dada la proximidad del O’Hare International, uno de los aeropuertos más importantes de Estados Unidos. El campo se encuentra a escasos metros de cualquiera de sus pistas de aterrizaje, y la verdad es que resulta curioso comprobar cómo van pasando de dos en dos a muy baja altura camino de su destino.
• Otra de las constantes en esta Ryder Cup es la del bebercio entre el público que sigue las partidas a lo largo de las calles o en las carpas del Medinah Country Club… y, sinceramente, me he quedado sorprendido de las cervezas que se mete el personal, hasta el punto de haber visto a unos cuantos tipos perdiendo el conocimiento. Pero es que el público, preferentemente americano, se toma así esta competición: como una fiesta consistente en andar, seguir a sus jugadores, ponerse doblado de latas de cerveza, y gritar, o bramar, más bien. A ratos no sabes muy bien si estás en un campo de golf o en un festival de verano.
• Con semejante aglomeración de personas y tantas actividades en el Medinah Golf Course, hay esquinas (perfectamente delimitadas) que son auténticos vertedores en los que se acumula la basura y porquería que generamos todos los que estamos aquí. Cantidades ingentes de plásticos, latas, cartones, envoltorios y desperdicios de lo más variado se amontonan en estos espacios para que el trajín del público no se vea ‘ensuciado’. Eso sí, al día siguiente, cuando se vuelve a abrir el campo, esto está más limpio que una patena.
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