Termina una de esas semanas especiales en la vida de todo periodista. No todo el mundo tiene la oportunidad de estar entre bambalinas en un torneo del PGA Tour, y hacerlo por primera vez y en el The Players es una experiencia irrepetible.
Al llegar al aeropuerto empiezas a sentir ese ambiente que solo las grandes citas tienen. Los ganadores de ediciones anteriores, en forma de carteles gigantes, daban la benvenida a los turistas y medios dispuestos a disfrutar de una semana grande entre las grandes.
En el plano competitivo, uno de los mejores planteles del mundo se daba cita para luchar no solo por llevarse a casa el trofeo de cristal de apenas 43 centímetros, sino por tener el honor de hacerse con el título en el buque insignia de PGA Tour.
Igual de especial que la del hoyo 18 del Blue Monster de Doral es el aura que envuelve el hoyo 17 del TPC Sawgrass. 120 metros de pura tensión que han vivido momentos memorables (y grandes pifias) de la historia del golf. Siguiendo a los jugadores de cerca te das cuenta cómo les cambia la cara, se tuerce el gesto, y la presión empieza a agarrotar unos músculos que minutos después se tienen que enfrentar a uno de los golpes más tensos que existen en el golf. Miles de bolas «hidratadas» y los miles de espectadores que abarrotan día tras día las gradas naturales del 17 son testigo de cómo los mejores jugadores del mundo libran una lucha con un hoyo muy especial.
La condición de «buque insignia» del torneo no se debe exclusivamente a sus premios (aunque sea el mejor dotado del PGA Tour), sino también en cuanto a organización. Es una monstruosa máquina cuyos engranajes funcionan a la perfección y con la precisión de la mejor relojería suiza. No es casualidad que los mejores jugadores del mundo marquen esta fecha en el calendario como una de las más importantes de la temporada.
Tras ganar Martin Kaymer explicaba que tuvo la misma presión en el último putt que en su victoria en el PGA Championship allá por 2010, y es que el The Players para muchos es un major más. Vuelve el alemán a estar a su mejor nivel y Sergio no quiso perder detalle de la actuación de su gran amigo y compañero de Ryder Cup. Nada más embocar su putt miraba atento la pantalla gigante del 18 para ver la acción en el 17 e interrumpió su interminable ronda de entrevistas tras su vuelta para presenciar como el alemán volvía a la cumbre tas una larga sequía de títulos y juego. No podía estar más contento por un gran amigo que, según confesaba a los medios extranjeros, “ha pasado por lo mismo que he pasado yo y ha sido capaz de recuperarse”.
He tenido la oportunidad de vivir muy de cerca el torneo junto a los dos españoles y, aunque las cosas no han terminado de salir del todo bien para Gonzalo, esta última gran vuelta nos deja con muy buen sabor de boca. El juego está ahí, sobre todo el putt, que esta semana ha estado mejor que nunca y no me cabe la mejor duda de que va a superar con nota esos deberes que se ha dejado para el final en su primera temporada de aprendizaje en el PGA Tour.
Sergio García, por su parte, está pletórico. Se le ve mejor que nunca, es incapaz de esconder la sonrisa pese a que la vuelta no haya ido todo lo bien que espera y su optimismo se refleja en un juego que va funcionando cada vez mejor. Está tranquilo, y mucha culpa de ello lo tiene una encantadora señorita, Katy, con la que es imposible llevarse mal. Su energía y alegría desbordantes son contagiosas y ella es precisamente lo que el de Borriol necesita. Jugó al golf a un grandísimo nivel en su juventud y formó parte de un equipo universitario en Estados Unidos, por lo que entiende perfectamente este mundo. Desde aquí no puedo más que alegrarme por ellos y por el juego de un Sergio que poco a poco está recuperando su máximo nivel
Interminables horas en el campo, más de 30 kilómetros recorridos en una semana muy especial para tratar de llevarles lo mejor que puedo y sé la cobertura en exclusiva de Crónica Golf desde el TPC Sawgrass. Espero que hayan disfrutado de mis andanzas tanto como yo lo he hecho. Por lo pronto, vuelvo a casa, a mi LPGA Tour y cedo el testigo a un grandísimo profesional como es Óscar Díaz, que incansable desde Madrid ha hecho que todo esto sea posible y que les traerá la mejor de las coberturas del Open de España desde el PGA de Cataluña.
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