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Zona Pro

Planeta Rory

Óscar Díaz | 08 de agosto de 2014

Hay una frase muy extendida en el mundo anglosajón que se aplica a numerosos personajes y ámbitos y que sirve para resumir el peso que una figura tiene en su entorno: «Es el mundo de X y nosotros solo vivimos en él» (siendo X el nombre de ese personaje que sirve de referencia). Hasta ahora, el golf era el mundo de Tiger y todos los demás se limitaban a vivir en él (o en sus márgenes), pero ya podemos decir abiertamente que, cual conquistador planetario salido de un tebeo de Marvel, Rory es el nuevo soberano.

No se equivoquen: Tiger seguirá siendo la conjunción del Elvis, Mohammed Alí y Michael Jordan del golf, y la referencia mediática en un mundo que sigue necesitándolo. Pero como Elvis, Alí y Jordan, Tiger Woods corre el peligro de difuminar su leyenda si continúa metido en la rueda de autoengaño en la que parece sumido, tanto en el aspecto físico como técnico. La imagen que proyecta no es más que un reflejo deformado de lo que llegó a ser, un burdo remedo del mejor jugador de la era moderna y, probablemente, de todos los tiempos.

Pero Tiger, posiblemente de manera injusta, sigue acaparando minutos de televisión y espacio en los medios escritos (véase este mismo artículo, en el que seguimos hablando de él en lugar de glosar el buen juego de los más destacados en la primera jornada del PGA Championship), una situación llevada al paroxismo con el despliegue del miércoles previo al inicio del torneo, con un seguimiento que bordeaba lo enfermizo de la llegada del californiano a Valhalla y de su vuelta de prácticas posterior. ¿A que han visto alguna foto de su plaza de aparcamiento vacía durante el miércoles?

Pero llegó el torneo y la realidad se ha impuesto. Un Tiger Woods perdido (o mermado, o ambas cosas) finalizaba en la posición 109ª con un abultado +3 en un Valhalla que no se mostró muy fiero en la primera vuelta, a nueve golpes de los líderes y a ocho de su relevo natural, Rory McIlroy. Mientras tanto, el norirlandés finalizaba con un espectacular 66 en la cuarta plaza, dando otra exhibición y demostrando carácter al saber superar un momento muy peliagudo.

Rory llevaba una vuelta de manual, con un -3 en los primeros nueve hoyos logrados con las mismas armas que le llevaron a ganar el Open y el Bridgestone Invitational. Estaba majestuoso con el driver y certero con los hierros, pero el único mal swing del día provocó un fuera de límites en el par 5 del hoyo 10, un error que desembocaba en un doble bogey en ese hoyo y en un bogey con tres putts en el hoyo siguiente. Pero el tambaleo no fue a más y McIlroy respondió con cuatro birdies consecutivos y remataba con otro en el último hoyo, una racha estelar y propia de su compañero de marca, Tiger Woods. Una muestra más del incruento relevo que ya se ha producido, una cadena de acontecimientos que comenzó hace casi seis años.

Con su tarjeta, Rory eclipsaba los esfuerzos de los líderes, un Lee Westwood que reclama protagonismo de cara a la Ryder con un gran 65, y Ryan Palmer y Kevin Chappell dos estadounidenses de la clase media-alta que igualaban al inglés y que podrían convertirse en sorprendentes incorporaciones al diezmado equipo de Tom Watson. Ese es otro de los titulares del día que quedaba en segundo plano por el rendimiento de Rory y el desfallecimiento de Tiger: la retirada de Matt Kuchar antes de iniciar la jornada y la de Dufner en mitad de la vuelta se suman a la baja segura de Dustin Johnson y la probable de Tiger, y añaden incertidumbre a un equipo que, a principio de temporada, parecía invulnerable.

Por detrás, junto a los ya mencionados, también cabe destacar la buena actuación de Jim Furyk y la avalancha de buen juego europeo, el mejor augurio para la próxima Ryder Cup. En cuanto a los españoles, y aunque les hemos dedicado un artículo exclusivo, no podemos dejar de mencionar la gran primera vuelta de Rafa Cabrera-Bello, que de nuevo destaca en una primera jornada en un major, y la luchada vuelta bajo par de Sergio García, que supo gestionar un comienzo difícil y remató en el 18 para acabar bajo par. Por su parte, Fernández-Castaño y Jiménez también tienen en su mano superar el corte, mientras que un maltrecho Larrazábal lo tendrá complicado incluso para salir a jugar la segunda vuelta.

Precisamente, en esta segunda jornada las miradas seguirán centradas en los mismos, un McIlroy que saldrá a primera hora (a partir de las 14:35 hora peninsular) y un Woods que acaparará la cobertura televisiva, para bien o para mal, y que agota sus últimas opciones de juego esta temporada. No obstante, y pese a las malas señales que ofrece el juego del exnúmero 1 del mundo, recuerden que Michael Jordan les metió 51 puntos a los Hornets con 38 años después de volver de su retiro y enfundarse la camiseta de los Washington Wizards. Solo queda averiguar si el californiano es capaz de dar continuidad a esos destellos (como el de la primera vuelta del Open Británico) o si tenemos que resignarnos a ver, al menos esta temporada, a un Tiger cada vez más incómodo y vulnerable en un campoo de golf.

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