El año en que Ryo Ishikawa cumplió dieciocho años ganó cuatro veces en el Circuito Japonés. Comenzaban a llegar rumores de un joven tan prometedor como mediático; la gran promesa del este desde la retirada de Jumbo Ozaki, un gigante que ganó en novena y cuatro ocasiones en su país y finalizó en tres ocasiones en el top 10 en los grandes –aunque era raro verle disputar alguno de ellos dos temporadas seguidas–. Aquello sucedió en 2009 y, desde entonces, el “Príncipe Tímido” ha vuelto a ganar cerca de casa: tres veces en 2010 y otra en 2012. Su historia, sin embargo, está comenzando a estancarse.
Es difícil encontrar una sola razón por la que Ryo no consigue rendir bien fuera de su país. No solo no ha ganado, sino que no ha estado realmente cerca de conseguirlo. Su mejor resultado es una cuarta posición en el Bridgestone Invitational de 2011 y, en los majors, un vigésimo puesto en el Masters del mismo año. No parece tener serias carencias en su juego pero cuando abandona Japón parece un profesional mediocre. Este año ha disputado once pruebas en el PGA Tour y ha fallado seis cortes. ¿Qué falla, entonces? Bueno, entre otras cosas, Ishikawa ha disputado la friolera de setenta y seis torneos en dos años, más que ningún otro profesional en el top 200 del Ranking Mundial.
No sabemos si a sus veintiún primaveras le hará falta afeitarse a diario pero cuando Ryo tiene opciones de ganar las audiencias en Japón suben como la espuma, lo que se ve reflejado en una mayor estabilidad de un circuito falto de referencias internacionales. Su compromiso con su país es grande, hasta el punto de que donó todas sus ganancias en 2011 a las víctimas del tsunami. Esto se ha visto reflejado en su calendario cada temporada: en 2009, tras el Open Championship, jugó diecinueve de las veintiún semanas siguientes; en 2010 fueron veinte de veintidós; en 2011, dieciocho de veintitrés; mientras que en 2012 llegó a participar en veinte torneos en 21 semanas después de julio.
Es evidente que a ese ritmo sus inicios de temporada son pausados, intentando buscar el ritmo competitivo necesario para llegar fresco al verano. Sin embargo, con el cambio en la estructura del PGA Tour –que este año finaliza en septiembre–, Ryo ha jugado más que nunca durante los primeros meses del año y nada parece haber cambiado; los resultados siguen sin llegar. Y viendo la cantidad de pruebas que afronta no resulta nada extraño. Todo parece apuntar a que Ishikawa se está quemando lentamente, año tras año, perdido en aeropuertos para viajar de una punta a otra del planeta.
El circuito que le ayudó a despegar en el golf está comenzando a ser una carga muy pesada sobre su hombros y no debería pasar demasiado tiempo hasta que opte por lo que hacen muchos europeos: mudarse a Estados Unidos y centrarse, como los mejores del mundo, en unas veinte pruebas anuales. Adam Scott, tras ganar el Masters, lo dijo muy claro: “Hace unos años me comprometí a practicar en casa más tiempo y prepararme lo mejor que podía para cada evento que disputaba”. No le ha ido mal desde entonces y Ryo todavía es joven. Su cabeza, sin embargo, puede tener unos cuantos años más de los que aparenta.
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