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Zona Pro

Que no se apague la llama de Severiano Ballesteros

Alfonso Martínez | 28 de diciembre de 2011

2011 será por siempre recordado como el año de la desaparición del mejor golfista español de todos los tiempos, Severiano Ballesteros. Aprovechamos esta época de recapitulación y examen de conciencia para recuperar el magnífico artículo que Alfonso Martínez le dedicó en mayo, una gran semblanza del genio de Pedreña y os recordamos que en http://www.cronicagolf.com/seve-ballesteros/ tenéis todos los artículos del especial que le dedicamos a Seve.

Durante las últimas horas hemos sido testigos de las más sentidas formas de homenaje y enaltecimiento de la figura más importante del golf español de la historia. Los medios de comunicación se han convertido en altavoz de un sentimiento de pésame que ha recogido el lamento de las más altas personalidades políticas y de los distintos estamentos deportivos de nuestro país.

La prensa generalista y deportiva han aparcado su habitual recelo golfístico y han versado sobre el vacío que la temprana y largamente esperada pérdida del genio de Pedreña ha dejado en un deporte español que se queda huérfano de uno de sus primeros superhombres en una época donde la excelencia deportiva era una rara avis en una España que comenzaba a salir de cuarenta desafortunados años de dictadura y privaciones.

Fuera de nuestras fronteras también se han repetido las muestras de condolencia, especialmente en las islas británicas, el lugar donde Severiano Ballesteros recibía el respeto y la admiración de unos aficionados que lo consideraban un compatriota más, lo que le servía para mitigar el amargor del olvido al que le sometía su propio pueblo, demasiado centrado en el fútbol como para acordarse de un deporte todavía estigmatizado por su origen elitista y que le provocaba desconfianza.

En el plano golfístico, la trágica noticia de su muerte ha trastocado el normal desarrollo de los principales circuitos profesionales, que no han tardado en reconocer el papel que Seve jugó en la modernización e internacionalización de un deporte que hasta ese momento interpretaba una lectura demasiado férrea de sus tradiciones.

Con Severiano Ballesteros, el golf se contagió del espíritu transgresor de finales de los años setenta. Su capacidad de imaginar y ejecutar golpes imposibles constituía un imán para el numerosísimo público que lo seguía y con el que demostraba una empatía que contrastaba con el habitual hermetismo de sus rivales. Con él, no importaba que la bola no alcanzase la calle desde el tee de salida, ni que descansara en lugares desde donde la recuperación era poco menos que una quimera. Bastaba verle la cara, su decisión a la hora de decidir el golpe y elegir el palo para saber que algo grande circulaba por su privilegiada cabeza.

Severiano Ballesteros, el golfista que conquistó el Augusta National para el golf europeo

Severiano Ballesteros, el golfista que conquistó el Augusta National para el golf europeo

Así, si hubiera que destacar dos aspectos de su incalculable herencia, éstos serían los efectos que su carrera profesional causó en el amateurismo español y el profesionalismo europeo. En el primero porque sacó al golf del ostracismo en el que se encontraba, lo despojó de prejuicios y lo situó en la rampa de lanzamiento para lo que a día de hoy se ha convertido en el cuarto deporte con mayor número de federados, solo por detrás del fútbol, la caza y el baloncesto.

A pesar de que las cifras palidecen si las comparamos con nuestros vecinos del norte de Europa, lo cierto es que el desarrollo del golf en España entre las décadas de los ochenta y los inicios del siglo XXI ha sido exponencial, superándose la barrera de los trescientos treinta mil federados y más de cuatrocientos campos de golf construidos.

Detrás de este crecimiento se encontraba la mano de un Severiano Ballesteros que se topó con la inaccesibilidad de este deporte a principios de los años sesenta. En su formación como golfista combatió las escasas oportunidades de las que disfrutó con esfuerzo y dedicación personal. Ahí estaban las largas jornadas de entrenamientos en la playa con el hierro 3 que le regaló su hermano mayor, Manuel; los consejos de su tío Ramón Sota (no siempre aceptados por Seve), todo un campeón de un Open de España aún en los albores del profesionalismo; las furtivas salidas al campo de golf de Pedreña, donde su padre ejercía de jardinero, a la luz de la luna llena, su trabajo de caddie entre los nueve y los trece años.

Nadie mejor que él para conocer la situación de aislamiento de un deporte vanagloriado en su concepto de élite, y nadie mejor que él para tratar de derribar este muro, convertido ya en mito en un país donde cerca del diez por ciento de los recorridos son de titularidad pública y donde la propia Real Federación Española de Golf se ha envuelto en la bandera de la popularización con el Centro Nacional de Golf como mejor ejemplo de un golf limpio, respetuoso con el medio ambiente y al alcance de todos los bolsillos.

1991, el año que Severiano Ballesteros logró el doblete de Wentworth, el Volvo PGA Championship y el World Match Play Championship

1991, el año que Severiano Ballesteros logró el doblete de Wentworth, el Volvo PGA Championship y el World Match Play Championship

En el segundo, porque Severiano fue el artífice de que el Circuito Europeo haya logrado situarse hoy día como una alternativa válida al hegemónico PGA Tour. Antes de que el golfista cántabro irrumpiera en el plano golfístico, el golf en el viejo continente no era más que el eufemismo de una colección de jugadores británicos vilipendiados cada dos años por sus rivales estadounidenses en la Ryder Cup, competición que parecía condenada a su desaparición por el escaso interés que generaban las rutinarias y aplastantes victorias del combinado norteamericano.

En Europa se echaba en falta la figura de un Arnold Palmer o Jack Nicklaus que revitalizara las estructuras de un circuito demasiado británico y con un nivel de profesionalización insuficiente como para ser tenido en cuenta por los tres majors estadounidenses, que no dudaban a la hora de cerrarle las puertas a sus mejores representantes. Solo el inglés Tony Jacklin interrumpía una sequía de veinte años en el The Open Championship (1969) y lograba el primer salmón europeo en los Estados Unidos con su victoria en el The US Open Championship de 1970, y todo el que podía hacía las maletas y probaba fortuna en la tierra de las oportunidades norteamericana.

Con Severiano Ballesteros se desató el germen del golf en el viejo continente. Su fulgurante aparición en la escena internacional obligó en 1979 al cambio de formato de la Ryder Cup. Al calor del enfrentamiento bienal, países con escasa tradición golfística como Bélgica, los Países Bajos, Francia, Alemania, Italia, Suiza o España se sumaban al proyecto de un revitalizado Circuito Europeo que comenzaba a vivir su edad de oro con la conformación del quinteto de los Big Five, los cinco ganadores del Masters de Augusta que en la década de los ochenta y de los noventa osaron asaltar el santuario sureño del Augusta National.

El resto del mundo también quería ser testigo de la exhibición de Severiano Ballesteros y sus triunfantes compañeros de Ryder Cup, y el Circuito Europeo aprovechaba esta circunstancia para abrirse paso por los emergentes mercados del golfo Pérsico, el sudeste asiático o el norte de África, e incluso para cerrar con la firma de automóviles Volvo su primer gran acuerdo de patrocinio y adentrarse en la fructífera etapa del Volvo Tour.

Ballesteros cierra en Valderrama su especial relación con la Ryder Cup

Ballesteros cierra en Valderrama su especial relación con la Ryder Cup

Sin embargo, poco a poco la actualidad deportiva y golfística se empezará a nutrir de nuevas noticias, y la propia rutina diaria irá dejando el recuerdo de Severiano Ballesteros en un cada vez más lejano segundo plano. Durante las próximas semanas aún podremos palpar el respeto del golf profesional por nuestro añorado majorista, y si el PGA Tour ya ha comunicado su intención de centrar el The Players que arranca este jueves en torno a su figura, el Circuito Europeo hará lo propio durante los sucesivos Volvo World Match Play Championship y BMW PGA Championship, torneos que sobresalen en el palmarés del golfista.

Si algo debe tener claro el golf europeo es que no puede dejar que la llama de Severiano Ballesteros se extinga. Algunos pesos pesados del European Tour como el irlandés Pádraig Harrington (The Open Championship de 2007, 2008, US PGA Championship de 2008) y Paul Lawrie (The Open Championship de 1999) ya han mostrado su deseo de que el Circuito de un paso al frente y mantenga viva su memoria.

Para unos, sería un buen comienzo que los rectores del Circuito corrigieran la polémica decisión de adoptar la silueta de Harry Vardon (considerado el padre del golf moderno pero cuya trayectoria se remonta a finales del siglo XIX) en lugar del carismático “puño en alto” (St. Andrews, 1984) cuando hace tres años se remodeló la imagen corporativa a propósito de la presentación de la Race To Dubai.

Otros no entienden que el único torneo dedicado a su persona, el Seve Trophy (enfrentamiento bienal entre los combinados de la Europa continental y las islas británicas), languidezca en una fecha errónea (en frontal colisión con el tramo final de la FedEx Cup del PGA Tour, lo que impide la participación de las principales estrellas europeas) y un patrocinador equivocado (Vivendi ha terminado por fagocitar el verdadero significado del mismo), en lugar de reservarle un trato similar al que el PGA Tour realiza con su Presidents Cup.

La difícil climatología europea hace inviable su celebración en el tramo correspondiente a la pretemporada del PGA Tour, donde además coexisten demasiados intereses asiáticos en la recta final del Dubai World Championship, aunque bien se podría optar por trasladarlo a las soleadas y calurosas semanas posteriores al PGA de Wentworth o al The Open Championship, campeonatos que reúnen a la plana mayor del golf europeo.

La huella de Severiano Ballesteros sigue presente en los numerosos campos diseñados en España y en Europa, como el del Novo Sancti Petri en 1991, el primero que firmaba en nuestro país

La huella de Severiano Ballesteros sigue presente en los numerosos campos diseñados en España y en Europa, como el del Novo Sancti Petri en 1991, el primero que firmaba en nuestro país

Desde mi humilde punto de vista, la mejor forma de mantener viva la leyenda de Severiano Ballesteros pasaría por consagrarle una semana capital en el calendario del Circuito Europeo. Ya sea en un formato bienal de Match Play o en una parada anual de Stroke Play, es necesario imitar el modelo de homenaje que el PGA Tour rinde a campeones de la talla de Arnold Palmer o Jack Nicklaus en los torneos de Bay Hill o Muirfield, respectivamente.

El Club de Golf de Valderrama bien podría ser la sede de esta feliz iniciativa, no solo por llevar la firma de su diseño en la remodelación efectuada en 1993 y de la cual debemos el archiconocido final del hoyo 17, sino por ser la sede de la trabajada victoria que Severiano Ballesteros obtuvo ante los estadounidenses en la primera Ryder Cup celebrada fuera de Gran Bretaña.

En el PGA Tour nadie duda que los Invitationals de Arnold Palmer (Bay Hill) o Jack Nicklaus (Muirfield) sobrevivirán a la desaparición de estos dos buques insignias del golf estadounidense. ¿No podríamos hacer algo parecido en Europa?

2 comentarios a “Que no se apague la llama de Severiano Ballesteros”

  1. El 11 de mayo de 2011 Albert ha dicho:

    Maravilloso artículo y lamentable pérdida. Un abrazo!

  2. El 12 de diciembre de 2011 Remando al viento ha dicho:

    Un memorial y una estatua de oro (bien hecha)en Pedreña, donde los lamentables aristócratas le hicieron la vida imposible a Seve.

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