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¡Que vienen, que vienen!

Jorge Simón | 18 de abril de 2013

Jorge Simón es un jugador amateur madrileño que compagina sus entrenamientos y torneos con los estudios en la Universidad Francisco de Vitoria gracias al acuerdo de colaboración suscrito entre esta entidad y la Federación de Golf de Madrid. El vigente campeón de España Júnior recibió una invitación de la RFEG para disputar el Open de España y durante esta semana nos va a narrar sus experiencias en el torneo.

Aquí estoy de nuevo para contaros “cómo se vive en el Tour”. El miércoles se disputó el tradicional ProAm del torneo, que juegan los jugadores más prestigiosos, con mejor ranking, o aquellos que la organización considere oportuno. Es decir, yo tuve trabajo de cancha de prácticas, approach y mucho putt, ya que el recorrido no estaba disponible para practicarlo.

Muchos pros aprovechan este día para descansar, desconectar o simplemente ir al campo para dar unas pocas bolas y tirar algún putt. En mi caso el objetivo era exactamente ese: entrenar un rato y volver al hotel para descansar. ¿Y qué pensáis que hice? Pues llegar al campo a las 11:00 de la mañana y salir de allí a las 18:00 de la tarde. Lo que pretendía ser un día de media hora de bolas y hora y poco de juego corto, se convirtió en tres cubos de bolas, y horas de putting green, charlas con jugadores, saludos con amigos, conversaciones con mi caddy y momentos de empane mental mirando a las musarañas, alucinando con el torneo, con el campo, las instalaciones, observando a los ídolos, sus rutinas, sus hábitos, etc.

Tuve la suerte de compartir conversaciones con Gonzalo Fernández Castaño, con el Gran Capitán de Medinah, don José María Olazábal, algún chiste malo con Pablo Larrazábal, ver dar cañonazos con el drive a Álvaro Quirós y observar a carcajadas la forma de cojear de Miguel Ángel Jiménez, que recordemos acaba de salir de una lesión en la tibia.

Fue tal mi evasión del mundo real que me dejé la puerta de mi coche abierta y vinieron los voluntarios del párking a avisarme de mi “ida de olla”. Afortunadamente no pasó nada, cerraron el coche y continué con mi “día de descanso”.

Luego, di un último paseo por los gigantescos camiones de las distintas marcas de palos, pillando aquello que te permiten e insistiendo y poniendo ojitos como haría El Gato con Botas para tocar sus corazoncitos cuando se resistían. Conclusión: el tour engancha, es una droga que no te da tregua. Tuvo que ser Dani, mi caddy, el que me cogió del brazo y me sacó a tirones del campo de golf.

Llegas al hotel, te paras un segundo y te das cuenta de que esto está a punto de comenzar. Que tu nombre aparece en la famosa página web del European Tour, indicando tu tee time. De nuevo notas ese cosquilleo, sabes que ya no hay marcha atrás, que la lanzadera está a punto de despegar, así que agárrate fuerte, pon cara bonita para la foto y, sobre todo, sal a disfrutar.

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