Con el último golpe en el DP World Tour Championship se pone punto final a la temporada del European Tour, cerrando el año en los dos circuitos más importantes dentro del mundo del golf. Es el momento de dar un repaso a lo ocurrido durante estos meses con los jugadores españoles y hacer una pequeña radiografía del golf español. En este primer artículo nos centraremos en el quinteto que está dentro del top 100 mundial.
Sin duda su mejor temporada desde 2008, cuando terminó segundo en la clasificación mundial tras ganar tres torneos, incluido The Players, y quedar segundo en otros cuatro. Este año el castellonense solo ha podido cerrar una victoria a principios de año en Qatar, pero su juego ha sido realmente espectacular y ha firmado cuatro segundos puestos, dos terceros y otras cuatro veces más ha terminado en el top 10. Es decir, en uno de cada dos torneos que Sergio ha jugado este año, terminaba entre los diez mejores.
Si el de Borriol no ha conseguido ganar algún torneo más ha sido porque se ha encontrado con barbaridades como los siete birdies consecutivos de Kevin Streelman en los siete últimos hoyos de la ronda final del Travelers Championship, o con la mejor versión de Rory McIlroy. Si el propio genio norirlandés, destinado a convertise en el faro del golf en los próximos años, reconocía que nunca en su vida había jugado como las semanas que fueron desde el Open Championship hasta su tercer triunfo consecutivo en el PGA Championship, es de mérito reconocer que los segundos puestos de Sergio en el Open Británico y el WGC-Bridgestone Invitational tienen un valor excepcional. Lástima que no pudiera llevarse su primer major, pero el nivel mostrado por Rory durante esos días solo dejaban espacio para un segundo puesto.
Junto a los torneos individuales, Sergio completó una buena actuación en la Ryder, mejor en su batalla individual con Furyk el último día que en equipo con Rory, aunque fueron más las palabras en su contra de Nick Faldo lo que le puso en el foco de atención mediática esos días.
Como lunar de la temporada, sin duda, no pasar el corte en el Masters y echar a perder las opciones de llevarse algún torneo más con vueltas por encima de los 70 como en el Shell Houston Open o el BMW Championship. Por lo demás, el de Borriol ha mostrado un juego muy consistente, excelente de tee a green y mucho mejor que otros años en los greenes. En las estadísticas del PGA Tour ha terminado segundo en promedio de golpes globales con 68,95, segundo también en scramble, en promedio de golpes ganados de tee a green y en la general de golpes ganados, siendo cuarto en el promedio ‘all around‘ que computa las ocho estadísticas más importantes. Números extraordinarios para un año sobresaliente.
El de Churriana empezó su temporada como un tiro, imponiéndose en Hong Kong en diciembre para completar posteriormente su mes fantástico con el cuarto puesto en el Masters de Augusta, la victoria en su estreno en el Champions Tour, el circuito sénior estadounidense, al imponerse en el Greater Gwinnett Championship y su tercer triunfo de la temporada al llevarse el Open de España. En esos momentos, recién casado, siendo considerado el golfista más interesante del mundo y en un estado de forma excelente, Jiménez había comprado papeletas para jugar la Ryder, pero ahí se le acabó la gasolina.
En el resto de temporada, Jiménez solo pudo firmar otros dos top 10 en los diecisiete torneos jugados, mientras que no superaba el corte en seis ocasiones. Está claro que hay dos temporadas dentro de la misma, una primera brillante y una segunda parte en la que los problemas físicos del malagueño también pasaron factura y no le dejaron desplegar su mejor juego. A pesar de todo, podríamos decir que desde el 2010, temporada en la que se llevó tres títulos, el malagueño ha tenido su mejor año en cuanto a resultados se refiere, acariciando durante buena parte del primer tramo del año el top 25 del mundo.
Buena temporada del barcelonés que le ha asentado definitivamente dentro de los 70 mejores jugadores del mundo, aunque visto lo visto durante el año queda cierto sabor agridulce por algunas actuaciones que podrían haberle llevado más arriba. A pesar de empezar el año con una gran victoria en Abu Dhabi, el siguiente torneo en Qatar donde no pasó el corte, fue un ejemplo de la dicotomía que mostró Pablo a lo largo del año. Grandes actuaciones junto a rondas muy por encima del par, y que le apartaban no ya de conseguir algún buen resultado, sino que le sacaban directamente del torneo. Su 62 en el KLM Open, el 63 en el BMW International, o el luchadísimo quinto puesto en el Volvo World Match Play Championship, contrastan con las diez rondas selladas con 75 o más golpes durante el año que le han impedido pasar el corte en ocho ocasiones. Dolorosa sobre todo fue la eliminación en el Open Británico tras dos rondas de 75 y 77 golpes cuando se había ido unos días antes a preparar el torneo a conciencia.
Esa falta de consistencia quizá sea lo único que le falta para afianzarse dentro de los mejores cincuenta o treinta mejores del mundo, zonas más acordes a su talento. En cualquier caso, Pablo ha mejorado sensiblemente sus prestaciones en relación con el año pasado y su decimosexto puesto en el DP World Tour Championship le ha terminado metiendo dentro de los treinta primeros de la Race to Dubai, con lo que estará el año que viene en St. Andrews en el Open Championship.
Los dos dobles bogeys firmados en el tramo final de la última vuelta en el DP World Tour Championship han marcado a fuego la temporada del grancanario, aunque no hay que hacer lecturas maximalistas de dos golpes aislados. Si hasta ese momento su año estaba siendo bueno, con seis top 10, todos ellos en los seis primeros meses, incluidos un segundo puesto en el BMW International y un tercero en Qatar, el final de fiesta del European Tour, con todos los pesos pesados, era caza mayor y Rafa demostró durante 68 hoyos que podía llevarse uno de los torneos más prestigiosos del año. Sin embargo, la suerte no estuvo de su lado y terminó firmando el séptimo top 10 de la temporada al acabar en la novena posición.
En cualquier caso, después de un 2013 bastante complicado en el que terminó en la posición 104ª del mundo, esta temporada ha supuesto un paso adelante para el grancanario que ha vuelto a mantenerse de manera constante dentro de los 100 mejores del mundo. Al igual que Pablo, Rafa ha tenido momentos espectaculares como en Italia o en el Portugal Masters combinados con rondas estrepitosas de 84 golpes en el BMW Masters que le impidieron llevarse el torneo, o el 84 del Open de España.
En su temporada de estreno en el PGA Tour, Gonzalo ha tenido más momentos oscuros que claros en la temporada. De hecho, hasta que en julio consiguió el cuarto puesto en el RBC Canadian Open no pudo asegurar sus derechos de juego en el circuito americano para esta temporada. Además, en los ultimos tres años Gonzalo estaba siendo protagonista en el European Tour y mantenía su status entre los mejores cincuenta del mundo, pero la decisión de poner una pica en los Estados Unidos no le ha sentado nada bien al madrileño que actualmente coquetea con salir de los cien primeros del mundo.
Durante este año, únicamente el cuarto puesto en Canadá le ha permitido cerrar un top 10 mientras que veía hasta nueve veces como tenía que marcharse a casa antes de tiempo. Hay que remontarse hasta 2005 para ver una temporada en la que Gonzalo no fallara tantos cortes, aunque en ese año se llevó el KLM Open. Tampoco es cuestión de echarle la culpa al circuito americano dado que los resultados del madrileño a este lado del charco tampoco han sido buenos, aunque la acumulación de torneos (y tensión) para poder ir sumando dólares sí que ha tenido que pasar factura. Este año afronta una temporada que se antoja decisiva para su afianzamiento en EE. UU. y habrá que ver si lo logra o si opta en el futuro por volver a un entorno en donde se encuentre más cómodo. No hay que olvidar que Gonzalo es patrimonio del European Tour e incluso durante algunos años fue el promotor del Madrid Masters.
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