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Reina de los vientos

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Enrique Soto | 16 de febrero de 2014

Muchas de las participantes esta semana en el Women’s Australian Open estaban encantadas de que se disputara en el Victoria Golf Club, un recorrido que no albergaba el campeonato desde 1976. Pero durante tres días de competición les habíamos visto recortar golpes a este campo como a cualquier otro del circuito; Chella Choi entregó ayer un 62 que le catapultó en la tabla, Suzann Pettersen perdía ritmo con el par y, en general, quien no bajara de los 72 impactos dejaba escapar sus opciones para el domingo. Victoria estaba escondiendo algo durante todo el campeonato. Hoy, por fin, pudimos verlo. Apareció en cuanto comenzó a soplar el viento en Australia.

Bien podría reflejarse en la tarjeta de Suzann Pettersen, que comenzaba el año dispuesta a arrebatar el número uno del mundo a Inbee Park. Había cogido más de quince greenes en regulación a lo largo de tres jornadas, alcanzado un acumulado de menos diez y firmado nada menos que diecisiete birdies. Cuando el viento comenzó a poblar los recovecos del recorrido, no quedó ni rastro de la noruega. Un triple bogey, dos dobles bogeys y tres errores más después, salió de allí con un 80.

Fue solo un ejemplo de la mutación que sufrió este evento con algo tan simple y elemental como el factor viento. Minjee Lee, la joven amateur que seguía los mismos pasos que el grupo de adolescentes que se han hecho un hueco en la élite, llegaba a los 78; Lydia Ko se quedaba en el más uno; Caroline Hedwall en el más tres… De pronto, la previsibilidad que habíamos vivido en días anteriores se esfumó al mismo ritmo que las bolas se perdían en el aire. Estábamos ante algo distinto y, por fin, Victoria parecía mostrarnos que su nombre no estaba referido únicamente a su localización, sino a las múltiples formas que hay que adoptar para imponerse en sus calles.

En este escenario apocalíptico para las participantes, Karrie Webb sonreía. Quizá porque la semana anterior había sido descalificada por un error de principiante (firmar mal su tarjeta) y el viento le otorgaba una vía de redención. Con todas sus rivales en caída libre, los cinco impactos que le separaban de la cabeza del torneo eran una distancia más que recuperable. En sus dos primeros hoyos redujo esa diferencia a tres, gracias a dos aciertos. Y puede que recordara cómo ganó con menos de treinta años aquel British Open en Turnberry, en una época en la que Sorenstam dominaba con mano de hierro el golf femenino. Allí también sopló el viento con fuerza y, al igual que en Victoria, no bastaba con jugar bien al golf. Había que ser inteligente.

Y Webb, entre todas sus virtudes, destaca por ser una jugadora brillante. A pesar de firmar un bogey en el cuatro, acumuló otros tres aciertos entre el 8 y el 13. Falló de nuevo en el 16, pero su estrategia se mantuvo imperturbable. En el 18, par 5, consiguió su sexto acierto de la jornada y entregó una tarjeta bien firmada con 68 impactos, quizá recordando aquello que dijo Tom Watson sobre la importancia de mantenerse imperturbable ante el viento: “No juegues contra él”, ha dicho en ocasiones el ganador de cinco Open.

Su acumulado de menos doce resultó una utopía para el resto de jugadoras. Chella Choi tuvo la opción de cazarla en el 18, pero su putt de tres metros nunca pareció poder entrar. Creamer, también brillante bajo los vendavales, terminó tercera con menos diez, empatada con Karine Icher y Lydia Ko. Lewis, Shin, Pressel y Amelia fueron sextas con menos nueve.

La reina de los vientos se impuso a una de las peores semanas de su carrera con la misma fuerza que reflejan los siete grandes de su curriculum. “Estaba feliz al ver que las condiciones habían cambiado”, declaró con el trofeo entre las manos. Azahara Muñoz (menos dos) fue decimoprimera, mientras que Beatriz Recari (menos uno) remontó hasta la vigésimo octava posición, la misma que terminó ocupando Carlota Ciganda (más cuatro).

Resultados completos