Richie Ramsay contaba con un solo golpe de ventaja al comenzar la última jornada del Omega European Masters. Los motivos que le habían llevado a esta situación eran simples, pero complejos en su puesta en práctica. Son los mismos que busca cualquier otro jugador en las incontables horas de prácticas. Consiste en llevar todos los golpes posibles a un nivel superior, hacer coincidir un buen momento desde el tee de salida con la consistencia que otorga un buen impacto con los hierros, sensibilidad en la arena y determinación en los greenes. Todo iba bien hasta el domingo para un escocés que ya había ganado antes en el Circuito Europeo, concretamente en el Abierto de Sudáfrica en el año 2010.
El peligro que afrontaba el que fuera líder durante dos jornadas del pasado Open de España era el mismo que afronta cualquier jugador con una ventaja y dieciocho hoyos por delante. Rendirse ante el buen momento de todas las partes del juego y abandonarse a los elementos, perder el control confiado en que la buena forma resolvería los problemas del día. Sabemos que el golf poco tiene que ver con esta sensación, es necesario rematar a los enemigos, cerrar los torneos y abandonar cualquier clase de certeza. Ramsay lo consiguió en Suiza de una forma implacable.
Lo hizo con los mismos argumentos que le habían dejado solo en la tabla. Después de haber cometido solo cinco bogeys en tres días comenzó su última vuelta en Suiza con cinco birdies en sus nueve primeros hoyos, ni un solo error. Lo había avisado al finalizar la tercera jornada: “Si alguien empieza a hacer muchos birdies y se termina llevando el torneo, seguiría llevando a cabo mi plan, jugando mi propio golf. Rindo mejor con esta mentalidad”. Ramsay jugó sus últimos dieciocho hoyos en Crans Monstana con las mismas intenciones que en los primeros del jueves, cuando apenas llevaba un par de golpes bajo el par.
Solo Danny Willett, a tres impactos, parecía capaz de seguir con la vista el vuelo sin motor del líder. La suya era una tarea ardua porque no es fácil competir contra un jugador que lo está haciendo todo bien. Es fácil desesperarse, enloquecer ante la falta de oportunidades, y después de firmar cuatro birdies en cinco hoyos, aún necesitado de aciertos, Willett enloqueció. Bogey en el 10, 11 y una vuelta interrumpida por la seguridad del líder. Para colmo, Ramsay embocó desde 60 metros en el hoyo 14, par 5, y miró al cielo como preguntándose cómo este deporte es tan cruel en determinadas ocasiones. Nadie tiene la respuesta después de varios siglos de historia.
Marcus Fraser, Romain Wattel y Fredrik Andersson se unieron a Willett con menos doce y finalizaron en segunda posición. Esta victoria, en un torneo que ya ganó Severiano Ballesteros, le aúpa hasta los setenta primeros en el Ranking Mundial y rompe una racha de 74 eventos sin conocer la victoria. El objetivo al que se enfrenta ahora pasa por no dejar tanto tiempo antes de que llegue la siguiente.
Miguel Ángel Jiménez fue el mejor de los españoles tras firmar 66 golpes en esta última jornada, finalizando en decimoprimera posición. Ha sido el mejor en los tres últimos días de competición, con un global de menos dieciséis, los mismos con los que ha terminado el ganador. Sus 77 impactos de la primera jornada le privaron de cualquier opción de victoria pero no deberíamos perder de vista el dato; no es fácil jugar con una carga tan pesada sobre los hombros. La suya, su victoria, no puede estar muy lejos de ésta.
Ignacio Garrido firmo 73 golpes y finalizó septuagésimo primero, mientras que José Manuel Lara y Gonzalo Fernández-Castaño lo hicieron en la septuagésimo sexta posición, con vueltas de 78 y 75, respectivamente. Próxima estación del circuito, Holanda, KLM Open.
Deja un comentario