“Se avecina una tormenta y espero que el mundo del golf debata y medite”. Estas palabras ominosas las pronunció Giles Morgan, director de patrocinios globales de HSBC, en el KPMG Golf Business Forum refiriéndose a los polémicos fijos de salida que algunos agentes solían exigir para que sus representados estuvieran presentes en los torneos patrocinados por su empresa.
Un mes después de aquellas declaraciones y de cuestionar en público la actitud de ciertos agentes, y aunque en su momento se cuidó de dar nombres, no hace falta ser muy sagaz para identificar a los jugadores señalados por las críticas de Morgan: Rory McIlroy y Tiger Woods, las principales ausencias de este cuarto World Golf Championship del año.
Como representante de una entidad bancaria que ha invertido más de 300 millones de euros en la última década en el mundo del golf, Morgan tiene derecho a cuidar su inversión y es comprensible su frustración al ver que la pareja de moda en el golf mundial prefiere jugar una pachanga remunerada el lunes pasado en el lago Jinsha y luego dedicarse a sus labores en lugar de alargar su estancia en China unos días para jugar el HSBC Champions. Durante el torneo, Woods se encuentra en Singapur asistiendo a un lucrativo compromiso corporativo (adujo cansancio para no jugar en Mission Hills), mientras que McIlroy ha optado por viajar a Bulgaria para acompañar a su novia Caroline Wozniacki en el Torneo de Campeonas del WTA.
Aunque Morgan ha rebajado la dureza de su discurso y ha indicado que ambos jugadores se han disculpado personalmente, el dilema está planteado. En primer lugar, ¿es sostenible el modelo actual de patrocinios y fijos de salida en una economía en recesión? Y segundo, en un deporte tan individual, ¿es justo pedir a sus estrellas que se conviertan en abanderados o embajadores del golf y renuncien al caché que se han ganado con su rendimiento en el campo?
Aun corriendo el riesgo de ser reduccionista, la primera pregunta es una cuestión de oferta y demanda, y en ese sentido Woods y McIlroy tienen cogido el toro por los cuernos. “El golf profesional tiene una influencia gigantesca en este deporte: es el escaparate y el catalizador”, afirmaba Morgan, que también recurría a términos elevados (“deportividad”, “espíritu”) para criticar veladamente la actitud de los jugadores ausentes, aunque sus comentarios, como parte implicada, no dejan de ser interesados. Morgan es responsable de sacar el máximo partido a su inversión, y la ausencia de los dos primeros jugadores mundiales desluce un torneo que, por lo demás, cuenta con un gran plantel. Sin embargo, la pareja Woods-McIlroy se prefigura como principal reclamo en el mundo del golf durante los próximos años. Se está produciendo el mismo relevo, el mismo cambio generacional que el mundo del golf ya vivió cuando Palmer cedió el testigo a Nicklaus, y los dos jugadores (y sus agentes) están en una posición inmejorable para aprovechar esta circunstancia.
Pero, ¿somos justos al exigir a los números 1 y 2 del mundo que amolden su calendario por mor del “bien común del golf”? El concepto ya de por sí es etéreo, y más cuando lo enarbola el representante de una entidad que busca obtener un retorno de su implicación en el golf. Sin duda, la presencia de HSBC y de muchos otros patrocinadores es imprescindible para que se mantenga la estructura actual del golf profesional, pero igual que Morgan quiere recuperar su inversión los jugadores tienen derecho a traducir a dinero las miles de horas de entrenamiento que han dedicado a este deporte.
Los jugadores son soberanos y dueños de su tiempo, y al planificar su temporada suelen guardar un delicado equilibrio entre los objetivos deportivos y los compromisos comerciales, al menos el puñado de golfistas que opta a esos sustanciosos bonus. En este paseo por el alambre han de procurar mantener satisfechos tanto a los patrocinadores como a los aficionados, evitando roces y desaires, ya sea de carácter económico o “patriótico-sentimental”. Woods nunca se ha caracterizado por ser el clásico embajador global del golf (al estilo de Palmer, Player o Els) y con la proliferación de majors y WGC en su país no tiene que esforzarse demasiado para cumplir con su público, mientras que McIlroy no falta a la cita anual con el abierto de su país, aunque esta supuesta obligación de los golfistas profesionales con sus federaciones y sus abiertos nacionales da para otro interesante artículo que abordaremos en breve. En el plano pecuniario, la confirmación de la presencia de ambos en enero en el próximo Abu Dhabi HSBC Championship deja claro que no han quemado ningún puente con la entidad bancaria china.
En esta polémica tampoco hay que desdeñar la influencia de la hipocresía del PGA Tour a la hora de abordar los fijos de salida. A diferencia de lo que ocurre en el European Tour, en el PGA Tour los fijos de salida están prohibidos y oficialmente no existen, pese a que los promotores de los torneos echan mano de un amplísimo catálogo de “compensaciones alternativas” (clinics remunerados, corporate days, etc.) para eludir esta norma y pagar a sus principales estrellas. Sin embargo, exigen el cumplimiento de esta regla en los torneos compartidos (como es el caso de los World Golf Championships), algo que plantea un problema de base para los promotores. Y HSBC se queja de la actitud de los agentes, pero no tiene empacho en recurrir a esos fijos de salida para asegurarse la presencia de las principales estrellas en los torneos que patrocina en el European Tour. Sin duda, sería aconsejable que se unificaran los criterios entre los distintos circuitos para evitar agravios comparativos, maniobras subterráneas y pagos soterrados, sobre todo en Estados Unidos.
Con respecto al papel de los agentes, en el deporte individualista por excelencia, ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿Qué agente rebajaría el caché de su cliente y renunciaría a un sustancioso contrato? Y más cuando los representantes de McIlroy y Woods están en una situación tan privilegiada como delicada. Conor Ridge consiguió sacar a Rory McIlroy de la “cuadra” de Chubby Chandler y necesita hacer ver a su pupilo que ha acertado al apostar por Horizon Sports Management, su empresa de representación (atentos al rumoreado contrato con Nike), mientras que Tiger Woods salió del seno de IMG junto a su hombre de confianza, Mark Steinberg, para recalar en Excel Sports Management y está empezando a recuperar su caché de antaño, al menos en cuanto a fijos de salida, después de sus tormentosos últimos años. Ridge y Steinberg son inteligentes y saben que están en una posición soñada, pero el nivel de exigencia de sus representados es directamente proporcional al talento que ellos exhiben en el campo de golf y a su impacto en este deporte.
Por limitaciones de espacio estamos soslayando en este artículo la intensa labor benéfica de estos dos jugadores y tal vez resulte desmitificador centrarse en los aspectos económicos para justificar las decisiones deportivas de los golfistas, pero seríamos muy injustos si pusiéramos en entredicho la planificación de su calendario, una labor que compete exclusivamente a ellos y a su equipo.
4 comentarios a “Rory McIlroy y Tiger Woods, el peso de los iconos”
Como ya habrás leído en el blog de Geoff Shakleford, es el mismo e hipócrita Giles Morgan que se jactaba de pagar fijos de salida en Abu Dhabi. No se puede ser parte del problema y quejarse así. Yo estoy totalmente en contra de los fijos de salida porque me parecen una falta de respeto al resto de jugadores. El que quiera ganar mucho dinero, que lo sude en el campo. Me parece absurdo que a alguien se le pague por ir a ganarse el sueldo. Este caso es el único en que estoy de acuerdo con el hobbit Tim Finchem 🙂
Después de publicar el artículo leí la entrada de Shackelford, ya que no conocía aquellas declaraciones de Morgan sobre el torneo de Abu Dhabi… y qué mal momento eligió para hacerlas. 🙂
Morgan lleva varios años arrimando el ascua a su sardina (HSBC) mientras intenta erigirse como máximo defensor de la pureza del golf y baluarte del deporte en China, y la razón que podría tener en ciertos temas la pierde cuando se tira de hemeroteca.
Ya tienes más material sobre el tema con el follón que se ha montado con Gonzalo Fernández-Castaño en Singapur 🙂
La liebre saltó la semana pasada y, en efecto, parece que la gente del Barclays está molesta con la ausencia de Gonzalo. Estuve a puntito de mencionar el tema para hacer ver que el problema no era exclusivo de McIlroy y Woods, y que cada uno tiene que gestionar su tiempo (y sus relaciones) como mejor cree. Gonzalo Fernández-Castaño lleva muchos años visitando Japón y seguro que tiene sólidos motivos para ausentarse del Barclays Singapore Open (como indica Bernie McGuire en su artículo de http://www.golfbytourmiss.com/2012/11/gonzalo-fernandez-castano-declines-to-defend-barclays-singapore-open-citing-dispute-with-organisers/#.UJNW7TGP-z8.twitter . En cualquier caso, la decisión le corresponde a él.
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