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Zona Pro

Rory ya ha llegado

Enrique Soto | 30 de enero de 2014

Decía Xesco Espar, entrenador de balonmano, que para llegar a la excelencia es necesario formarse, pero que para traspasarla hay que transformarse. Y Rory McIlroy, ganador de dos majors, se formó en Europa, en las mismas condiciones que muchos otros de sus compañeros en la Ryder Cup. Ganó en Dubai en el año 2009, cuando ni siquiera contaba veinte años, y fue capaz de mudar su buen juego al otro lado del Atlántico, cuando triunfó en el Quail Hollow en 2010. Su victoria en un US Open por ocho impactos de ventaja nos demostró que había llegado un monstruo. Lo del PGA fue la continuación, con récord de golpes incluido. Ese chico llegado de Irlanda del Norte había alcanzado la excelencia con tan solo veintitrés años.

Lo mismo que tenía su juego de afilado lo tenía también de peligroso, quizá por lo inestable que suele ser la juventud. Allí estaba él, en lo más alto del Ranking Mundial, paseándose por despachos de abogados y teniendo que lidiar con rumores sobre su vida personal, cambio de palos y un swing que viraba hacia rumbos desconocidos. McIlroy se había perdido y afrontaba la ardua y lenta tarea de transformarse, aprender de los errores pasados y volver con la fuerza que lo hizo Jordan a mediados de los noventa. Hoy estamos viviendo ese momento de su trayectoria, en el que un chico que madura a una velocidad de vértigo encuentra el camino de vuelta hacia el número uno, solo que más reforzado y consistente que antes.

Llegó al Omega Dubai Desert Classic tras unas buenas semanas de buen juego, nada más. Ni grandes triunfos ni remontadas estelares. Dieciocho hoyos después, había dejado a lo largo de su vuelta siete birdies, un eagle y ni un solo error. Aunque en su caso importa más el modo, y no los números. Sus drives vuelven a navegar cómodamente por encima de las 300 yardas, en mitad de calle, desde donde solo tiene que dejarse llevar hasta las inofensivas banderas. “Estuve muy bien de tee a green”, declaró. “Volví a pegarle bien al driver. Creo que solo fallé un par de calles y un green en regulación donde verdaderamente tenía que recuperar”.

Rory ha vuelto. Quizá comenzara a hacerlo cuando se resolvió la primera de las demandas pendientes a su favor o cuando su chica le dijo “sí” al matrimonio, pero una vez las aguas turbulentas comenzaron a calmarse, él volvió a jugar a esto. “Estoy cerca de mi mejor forma”, añadió prudente. “Este año he tenido un par de muy buenas vueltas. Esta es algo más baja que la de Abu Dhabi y me siento muy cómodo con mi juego”. 63 golpes a su última velocidad y el liderato con dos de ventaja sobre su más inmediato perseguidor, Edoardo Molinari. Eso es lo que ha dejado la primera jornada en Dubai. Rory ya ha llegado.

Jorge Campillo fue el mejor entre los españoles tras entregar una tarjeta de 68 impactos. Fueron los mismos que hizo Tiger tras fallar el corte en uno de sus escenarios predilectos y a pesar de que su swing y su cuerpo no pasan por su mejores días. “Es un verdadero profesional. Sabe que no hay fotos en una tarjeta”, dijo McIlroy de su compañero de partido. Ya le tiene a cinco de distancia.

Ávaro Quirós entregó 69 golpes y ocupa la decimoséptima posición, seguido por Eduardo de la Riva y Carlos del Moral con menos dos. Rafael Cabrera-Bello, con menos uno, es el último de los españoles dentro del corte provisional. Otaegui marcha al par; Elvira, Olazábal, Cañizares y Ballesteros con más dos y Jiménez con más tres.

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