Cuando Sergio García ganó en Tailandia el pasado diciembre sabíamos que pasaba por un buen momento, tanto profesional como personalmente hablando. Había jugado a un gran nivel y no fue extraño que consiguiera imponerse tras cuatro días de competición. Al fin y al cabo, la mayoría de pesos pesados del circuito estaban algo desgastados tras todo un año compitiendo en las grandes citas y, además, habíamos visto al castellonense hacer algo parecido en anteriores ocasiones. Sucedió lo mismo en el Castelló y Andalucía Masters, en 2011, así como en el HSBC Champions en 2008. En este sentido, bien podría decirse que Sergio es un especialista en estos meses: ocho de sus once triunfos en el Circuito Europeo han llegado después de que se disputaran los cuatro grandes.
Pero dejando este dato a un lado –que bien podría llegar a analizarse– llama la atención que García, esta vez, no parezca haber bajado nada el nivel respecto a anteriores ocasiones. A aquel triunfo en Tailandia le siguió un decimonoveno puesto en la primera prueba que disputaba en 2014, en Abu Dhabi. La semana siguiente llegó su triunfo en Catar. Ya lo señalamos cuando se impuso en el playoff de desempate a Mikko Ilonen: la clave no habían sido las tres primeras jornadas, en las que bajó de los 70 impactos, sino la primera, en la que luchó en un día complicado para firmar un 71. Cuando se tiene un talento tan evidente como el suyo, no se trata tanto de mantener un nivel excelso, sino de esas jornadas complejas. Él mismo explicó la diferencia entre ambas hace unos años: “Algunos días todo tu cuerpo se mueve como quieres. Otros días prefiere pelear un poco contigo”.
Y si uno echa un vistazo a su carrera a lo largo de los años podría echar de menos algún triunfo en determinadas épocas, como del 2005 al 2008 o durante las dos pasadas campañas. Muchos otros jugadores menos capacitados que él sí consiguieron mantenerse cerca de las primeras posiciones y luchar con insistencia por la victoria, aunque en ocasiones no llegara. En general, a lo largo del tiempo que hemos visto a Sergio, hay temporadas en las que parece desaparecer, normalmente hasta que llega el fin de año o encuentra ese resorte que le permite pegar a la bola como verdaderamente le gusta.
Pero esa tendencia mantenida a lo largo del tiempo se está rompiendo durante las últimas semanas, en concreto, desde que su primera vuelta del año fuera un 76 en Abu Dhabi. No ha sido ajeno a esos días en los que su cuerpo prefiere pelear un poco con él, y la última muestra llegó en el Honda Classic. A falta de pocos hoyos para finalizar la segunda jornada, Sergio estaba virtualmente fuera del corte. No estaba jugando bien, ni el jueves ni el viernes, y no había indicios de que esa tendencia fuera a cambiar en dos golpes. Pero García, quizá a diferencia de otros años, no solo llegó al fin de semana, sino que consiguió algo que Tiger ha hecho con tanta cotidianidad que parecía tener una marcha más que el resto: finalizó entre los primeros clasificados. En concreto, García fue octavo en un torneo del PGA Tour, en una semana compleja.
Rory McIlroy, que jugó su primera ronda del año con Woods, describió perfectamente lo que había visto de su rival tras sus primeros dieciocho hoyos: “Tiger es un verdadero profesional. Sabe que no hay fotos en una tarjeta. Le pegó mucho mejor al final de su vuelta pero terminar con ese resultado los nueve primeros hoyos fue un gran esfuerzo”. Rory firmó un 63, Tiger un 67. El primero había jugado muy bien. El segundo estuvo luchando toda la ronda contra su cuerpo.
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