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Zona Pro

Territorio para los más consistentes

Enrique Soto | 18 de mayo de 2013

“Poner la bola en juego”, dijo Colsaerts, tras perder claramente su primer partido del Volvo World Match Play Championship frente a Branden Grace. El gran bombardero del golf profesional necesitaba más precisión en los acantilados de Bulgaria, incapaz de sacar ventaja alguna a través de unas calles estrechas, duras y llenas de ondulaciones. Su caso era el más representativo, pero el resto de participantes pasaban por los mismos apuros. Lo veíamos constantemente: una racha de birdies seguida por un mal golpe que desembocaba en una perdida de confianza, convirtiendo un partido aparentemente controlado en un escenario lleno de revoluciones.

Al belga le sucedió de nuevo con Gonzalo por la mañana, al igual que a Graeme McDowell con Bo Van Pelt, que pasó de situarse cuatro arriba en el 12 a llegar al 18 con sudores fríos. A medida que avanza el torneo, estos repentinos bajones de forma se repiten con más asiduidad. Es normal, si tenemos en cuenta el desgaste que deben llevar encima con cinco intensos duelos a lo largo de tres jornadas. En este hábitat, en el que cualquier fallo es capaz de provocar una tormenta, solo los más regulares son capaces de mantener la velocidad de crucero y cerrar sus partidos con contundencia. Ya tenemos semifinalistas y, entre todos ellos, Tongchai Jaidee encarna este papel a la perfección.

Su vuelta ante Peter Hanson, finiquitada en el vigésimo primer hoyo, fue una oda a la solidez: ni un solo bogey en un diseño capaz de sacar de quicio al jugador más paciente. Jaidee visita una y otra vez la calle y, cuando se trata de tirar a bandera, no suele equivocarse por el lado más peligroso, sino que se deja una recuperación factible. Si a esto le añadimos que está interpretando bien los greenes, nos encontramos con un nuevo triunfo frente a Scott Jamieson. Distinto oponente, pero mismo guión: cuatro birdies y de nuevo obligando a su rival a afrontar riesgos importantes. Su partido finalizó por 4&3 y deja al tailandés como el jugador más en forma del campeonato. Ni rastro de cansancio en un rostro indescifrable.

En la siguiente fase se enfrentará a Thomas Aiken, que ha tenido que luchar cual gato panza arriba contra cada uno de sus rivales. Por la mañana fue Shane Lowry, a quien tuvo que rematar en el decimonoveno hoyo tras pasar igualados la mitad de la contienda. Por la tarde, ante Francesco Molinari, llegó su consagración en este evento. No es sencillo ganar al italiano, capaz de coger cada uno de los greenes y que confirmaba estar “ganando confianza estos días”. Era vital ponerse por delante y obligarle a arrimar su bola al trapo. Aiken lo hizo con brillantez: seis pares y tres birdies por sus primeros nueve, dándole al jugador Ryder con su propia medicina. A partir de ahí todo fue aguantar. Se dieron la mano en el 16, con un resultado de 3&2.

Al otro lado del cuadro, G-Mac veía cómo las salidas de Colsaerts sobrevolaban siempre las suyas. El belga se había deshecho de Gonzalo gracias en mayor medida a la ventaja inicial que concedió el madrileño, es decir, con oficio, y afrontaba el reto de ganar al jugador mejor posicionado en el Ranking de esta prueba. Pero poco tiene ver la dispersión del resto de participantes con la que puede llegar a tener el campeón del U.S. Open. El norirlandés, a diferencia de Jaidee, sí que va notando el cansancio a lo largo de los enfrentamientos y concatena rachas espectaculares, en las que parece invencible, con otras simplemente mediocres. Eso sí, falla poco. En el 8 ya estaba situado tres arriba y consiguió mantener esa diferencia hasta el 12, donde pegó un bajón considerable. El escenario que había dispuesto, sin embargo, fue suficiente para vencer a Nicolas, incapaz de arrancar un birdie al campo en los últimos tres hoyos. 2&1 para McDowell y, sobre todo, una tarde para descansar.

De un modo más silencioso, aunque igualmente efectivo, venció Branden Grace a Chris Wood. Puede que se trate de la disposición inicial de los enfrentamientos o que, simplemente, haya tenido suerte, pero el sudafricano parece haberse plantado en semifinales sin jugar demasiado bien. Superó claramente a Rumford por la mañana (4&3) y frente al inglés se mostró dubitativo, inseguro hasta con los putts de dos metros, que son la condición sine qua non para triunfar en este formato. Pero volvemos al principio porque, como decía Colsaerts, había que “poner la bola en juego”, y la de Grace no suele visitar lugares inhóspitos. Un birdie en los primeros nueve y otro en los segundos para frotarse las manos ante una nueva victoria. Las espadas están en lo alto en los acantilados. La última jornada seguirá siendo territorio para los más consistentes.

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