Y después de 109 días, regresó. Tras más de tres meses fuera de los campos de golf, desde la última jornada del WGC Cadillac Championship, Tiger Woods volvió a la competición firmando un 74 (+3) sin que aparecieran síntomas de dolor de la operación de espalda a la que se sometió a finales de marzo. Su vuelta estuvo marcada por los bogeys al comienzo de la misma y por el espíritu de lucha que le llevó a acabar con buenas sensaciones al final. E incluso una vez acabada, hubo tiempo para las bromas.
Ejerciendo de anfitrión en el Quicken Loans National (antiguo AT&T National) y emparejado junto a Jason Day y Jordan Spieth, sin duda el partido más atractivo de todos los de la primera jornada, todos los miembros del mismo comenzaron más erráticos que de costumbre sus primeros nueve hoyos. Evidentemente, era algo que entraba dentro de lo lógico en el regreso de Tiger Woods tras su larga ausencia en los campos y especialmente cuando lleva pocos días pudiendo entrenar golpes de swing completo.
Saliendo por el 10, su vuelta a la realidad llegó con un par de bogeys en los dos primeros hoyos de Congressional antes de acumular siete fallos y un solitario bogey en el tramo del hoyo 10 al 3. Spieth (74) acumularía un +5 en los diez primeros hoyos mientras que Day (73) cerró la primera mitad del recorrido con cuatro golpes sobre el par del campo. Tiger se lo tomaba con filosofía diciendo que hubo un momento del día en el que los números 5,6 y 9 del mundo, lo único que buscaban era bajar de 80 golpes.
El buen humor de Tiger en su encuentro con la prensa una vez firmado este resultado con el que se sitúa en la 83º posición de la clasificación viene por varios motivos. El primero, el simple hecho de haber vuelto a la competición, aunque es evidente que los tres birdies firmados en los últimos seis hoyos tuvieron algo que ver. Especialmente espectacular fue el del hoyo 4, con un misil teledirigido desde 180 metros que aterrizó a uno de la bandera, misma distancia a la que dejó sus golpes en el 7 y en el 8.
Además, las previsiones de sus doctores de momento se cumplen. Al principio de la semana le informaron de que las posibilidades de lesionarse la espalda si jugaba este Quicken Loans National eran «mínimas». «La espalda está genial. No he tenido ningún problema. No me ha dado ningún pinchazo ni nada, está fantástica. Por eso le he pegado fuerte desde el tee», comentaba un Tiger cuya media de distancia con el driver fue ayer de 299.6 yardas, puesto 55º en esta estadística.
«La adrenalina fluía y he pegado a la bola más lejos de lo que lo estaba haciendo en casa. Lo más complicado ha sido meterme en el ritmo de competición. Juegas con tus amigos por algo de dinero pero no es lo mismo, no es igual que jugar un torneo de golf. Es un nivel diferente.» El resto de sus número reflejan que cogió un 64% de calles y apenas poco más de la mitad de greenes.
De este modo se sitúa a ocho golpes de un Greg Chalmers cuyo -5 (66 golpes) fue el mejor del día. El australiano aprovechó desde el primer momento las oportunidades de birdie de Congressional para ir sumando aciertos hasta un total de seis, con solo un bogey en su tarjeta. Viniendo tras fallar cuatro cortes en sus últimos seis torneos, deberá manejar ahora una mínima ventaja de un golpe sobre jugadores como Ricky Barnes (-4), Patrick Reed (-4) o Erick Compton (-3).
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