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Toca darlo todo

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Mike Belindo | 30 de septiembre de 2012

Con la segunda jornada de la Ryder ya vencida, creo que no queda otra más que darlo todo para volver con la copa a Europa. Las cosas se han puesto de color hormiga, que en este caso es rojo yanqui, y eso es algo que no sólo se nota en los marcadores, sino también cuando vas siguiendo las partidas a pie de campo: el personal está relajado, disfrutando de las ventajas de los suyos, y animando en greenes, tees y allá donde vayas… Incluso hay algunos que se permiten el vacile constante a jugadores como McIlroy (al menos, el grupito de cansinos que lo persiguieron durante el día de ayer haciendo guasas en voz alta golpe tras golpe). Cualquier europeo no sacaría a bailar a parejas como Dufner y Zach Johnson, pero a los americanos no sólo les gustan, si no que están orgullosos de ellos.

Todo esto propicia que el ambiente en Medinah sea fantástico. Obvio. Los jugadores, el público y los periodistas americanos se sienten cómodos, y yo diría que se ven ganadores aunque personalmente confío en una remontada épica en la jornada final de los partidos individuales, y que toda esa camaradería y distensión que hemos visto a lo largo de toda la semana en el equipo europeo se convierta en un arma letal. A mí me gustaría que fuese así, por encima de todo, por Chema, que al menos se merece que el equipo llegué a las partidas finales con opciones de victoria. El de Hondarribia nos está dando un trato preferencial a la prensa española cada noche, cuando llega con una cara bien cansada al Media Center para rendir cuentas de la actuación del equipo. Creo que, aunque no lo diga, está echando en falta eso que en España decimos de manera tan clara como vulgar: hay que echarle dos cojones. Esperemos que mañana hagamos una ‘zaragozana’ en toda la regla.

Independientemente de lo que suceda hoy, una cosa está por encima de todo y es lo que marca una Ryder Cup: el ambiente. Es sensacional ver cómo los jugadores arengan al público, pasan de cambiar sus rutinas por el jaleo que llega de una calle o de otra, y notar cómo se encuentran realmente cómodos y muestran cierta complicidad con todo lo que pasa a su alrededor. El golf ganaría mucho si todos los torneos fuesen así. Evidentemente no es posible, pero algún día habrá un punto de inflexión, espero, que hará que todo esto cambie. Si la mejor competición en nuestro mundo tiene estas cosas, ¿por qué este tipo de pautas y comportamientos no sirve de referencia? Nadie pide que el golf se zambulla en la algarabía del fútbol, pero creo que todos sabemos de qué estamos hablando.

Por si las cosas no nos salen excesivamente bien, y lo único que tenemos que contar mañana es un desastre en toda la regla, yo tendré un plan B: las chicas del motel y sus compañeras del equipo de fútbol me sacarán esta noche de paseo y de karaoke. Las gorditas (como ellas mismas se denominan en su chicano más que gracioso), me están tratando como un marqués, así que espero que el asunto tenga enjundia. Os lo cuento mañana, espero, con un terrible mal cuerpo pero la victoria en la mano.