Había llovido en la sede del Masters y había dudas en muchos de los aspirantes al título. Phil Mickelson daba una cifra (doce) de aspirantes si Augusta estaba preparado la ocasión, es decir, firme y rápido en sus greenes; Justin Rose hacía hincapié en la experiencia y en no dejarse llevar por el ambiente, en que el último día sería más importante que el primero; Sergio García, relajado, prefería ir hoyo a hoyo en unas calles que le generan desconfianza. Nadie sabía muy bien cómo se iba a comportar la hierba ante los cambios de humedad y temperatura. Nadie, quizá, excepto esos señores que vemos de verde paseando durante el torneo.
Lo que aconteció durante el primer día del Masters es algo que ha ocurrido cientos de veces a lo largo de su historia. Todos conocen el campo, todos conocen los peligros que esconde: esas calles que se adentran entre los árboles, esos tiros cuesta abajo con la bandera corta, esos greenes diseñados como dunas en el desierto. Y a pesar de ello, de todo el estudio y planificación previa al primer golpe del campeonato, engañó a la mayoría. Porque Augusta, en muchos sentidos, es una mujer peligrosa, una femme fatale, de esas que piensas que duran una vida y han desaparecido por la mañana. Algunos la conocen y saben qué esperar al amanecer, a otros les rompe el corazón. Sí que es evidente una cosa: es necesario desconfiar para manejarla, tener ese corazón a prueba de disgustos y esperanzas, de hierro.
Esa mujer, durante la primera jornada, estaba vestida como en las grandes ocasiones. “Los greenes están tan duros y rápidos como nunca los había visto un jueves”, decía Brandt Snedeker; “La preparación era mucho más difícil de lo que he visto en el pasado”, añadió Rory McIlroy; “Jugué como un idiota”, concluyó Craig Stadler. Por las mismas pruebas que pasaron todos los grandes en el pasado se fueron paseando hoy algunos de los favoritos, esperando que sus golpes aterrizaran cerca de bandera y comprobando que, con este vestido, era muy difícil desnudar a la dama en verde. Branden Grace firmó 84 golpes, Jason Dufner un 80, al igual que Matsuyama; Luke Donald llegó hasta los 79, Peter Hanson un 78… Entre los tres últimos ganadores de un major acumularon un resultado de más dieciséis.
Sí hubo quien llegó preparado para la ocasión. “Siempre hay cosas que aprendes cada año y que te deben servir para el siguiente”, dijo Bill Haas en la sala de prensa tras entregar la mejor vuelta del día, un 68. “No sé quién habrá ganado un Masters antes que nadie, cuántos jugaron con anterioridad. Hoy había muchas banderas duras, pero la experiencia es importante. A veces patear desde cinco metros es mejor que chipear desde seis”. Comenzó con un bogey en el uno, para a partir de ahí comenzó a tratar a estas curvas como se merecen, con prudencia y moderación. Su vuelta fue justo eso, un ejercicio de querer enviar una bola a través de un escenario idílico y que aterrizara suavemente cerca del trapo para terminar optando por la opción sucia y aburrida, es decir, esperar a que se presentara la ocasión más segura. Hizo birdies en tres de los cuatro pares cinco y salió del primer día vivo, contento por arrancar una sonrisa a Augusta.
Los que la conocen, evidentemente, cuentan con ventaja. Haas ha aprendido cosas en sus últimas visitas, al igual que Adam Scott, Bubba Watson y Louis Ooshtuizen, segundos a un solo golpe del liderato. Ellos, entre todos los participantes, no iban a caer en una trampa tan clara en un día tan difícil, al menos si su golf les acompañaba. Tuvieron sus más y sus menos, como el vigente campeón, que vistió el agua del doce y firmó un doble bogey, pero en general se mantuvieron ordenados a través de los peligros y, como Bill, sonrieron al finalizar la jornada. “Empezar bien en un major es importantísimo porque creo que son los torneos en los que es más difícil remontar”, dijo el australiano. “Estoy intentando no mirar a la clasificación. No quiero dar mi secreto, pero solo estoy intentando coger greenes y que pase lo que tenga que pasar. Hoy solo fallé dos”, añadió Bubba.
Stadler, Blixt, Woodland, Walker, Choi, Snedeker y Leishman finalizaron con menos dos, mientras que un gran grupo formado por McIlroy, Couples, Manassero, Spieth, Gallacher, Molinari y Fowler les siguen desde el menos uno. Allí se situó también Miguel Ángel Jiménez, escondido tras las gafas de un cantante de los sesenta, entonando un rock ’n roll que invocaba al diablo y a todo aquel que piense que la juventud pertenece solo a los más inexpertos. Hasta el menos cuatro llegó a lo largo del día, en una sucesión de golpes que bien merece un ganador el domingo por la tarde. Fue en el doce, con una bola al agua, donde la dama en verde le recordó a quién estaba cantando.
Sergio García y José María Olazábal finalizaron con más dos y Gonzalo Fernández-Castaño con más tres, víctimas como Mickelson o Rose (más cuatro) de un Masters duro y exigente desde sus inicios. Aquí nunca se ha ganado un jueves, pero ellos ya salieron tocados de ese primer contacto con una mujer llamada Augusta.
Asian Tour Augusta National Bill Haas Brandt Snedeker Bubba Watson European Tour FedEx Cup FedEx Cup 2014 Gary Woodland Gonzalo Fernández-Castaño Jimmy Walker Jonas Blixt José María Olazábal K. J. Choi Louis Oosthuizen Marc Leishman Masters de Augusta Masters de Augusta 2014 Miguel Ángel Jiménez PGA Tour Phil Mickelson Race to Dubai Race to Dubai 2014 Sergio García
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