Vaya tres semanas de sobredosis polideportiva que llevamos los aficionados españoles. Finalísima española en la máxima competición de clubes del fútbol europeo (y mundial), la categoría reina del vertiginoso mundo del motociclismo comandada con paso firme por un imberbe piloto cerverino, y el incombustible Rafa Nadal logrando su noveno entorchado en diez apariciones en el templo de la arcilla parisina a pesar de los inconvenientes físicos y un enemigo número uno que responde al nombre de Novak Djokovic.
Mientras tanto, el golf profesional masculino ha ido quemando etapas y casi sin darnos cuenta nos encontramos ante el segundo major de la temporada, el The US Open Championship. Este torneo esquivo por definición para el golf patrio se caracteriza por llevar al límite a los ciento cincuenta y seis osados, y afortunados, contendientes a un trono que en esta ocasión se sirve descafeinado por la ausencia de Tiger Woods, el único desde el cambio de siglo capaz de llevar a este deporte las machadas numéricas más propias del tenis, aprovechando que todavía sigue fresca en nuestras retinas la genial hazaña del manacorí.
Sergio García, Miguel Ángel Jiménez, Gonzalo Fernández-Castaño y Pablo Larrázabal serán, esperamos que durante los setenta y dos hoyos, nuestros candidatos a la victoria sobre el recorrido número 2 de Pinehurst Resort, gigante parkland con sabor a links de 7.562 yardas, el segundo más largo en albergar el The US Open Championship desde Torrey Pines en 2008. Este campo se erige por tercera vez en juez de una batalla de greenes de hielo y calles endiabladas, con la salvedad, novedad 2014, de un rough natural que rompe con la tradicional espesura de la que suele hacer gala la USGA y se abre a un pelado de verano con la mente puesta en el espectáculo televisivo y la disputa una semana después de la versión femenina.
Una previsión meteorológica cubierta de chubascos tormentosos y la esperanza de progresivo aclarado durante el fin de semana debería mover al optimismo con respecto al resultado del ganador, pero el diabólico moldeado de los greens y la exigencia del recorrido harán que seguramente el acumulado se acerqué más al obtenido por el del fallecido Payne Stewart en 1999, 279 impactos (-1), el único que fue capaz de bajar del par del campo, o el del neozelandés Michael Campbell seis años después, 280 impactos, par del campo… con un Sergio García tercero a cinco golpes. Sería más normal eso que el doble dígito bajo par, algo inédito desde el -16 de Rory McIlroy en el Congressional Country Club en 2011, o el -12 de Tiger Woods en el Pebble Beach Golf Links en 2000.
Por momento de forma y por clasificación mundial, Sergio García “debería”, en su sexagésima presencia consecutiva en un grande, romper con la maldición y sumar por fin el primero de muchos entorchados en la máxima categoría del golf profesional. Octavo en el ránking mundial (séptimo si descontamos a Tiger Woods, lesionado), se enfrentará al The US Open Championship con la confianza en la solidez de un juego que se ha traducido en una victoria (Commercialbank Qatar Masters) y cuatro top tens (donde sobresale el tercer puesto en el The Players Championship), y la tranquilidad de una gonalgia ya superada con dos semanas de descanso y rehabilitación. Tercero en 2005, cuarto en 2002, séptimo en 2011, décimo en 2009, ¿por qué no primero en 2014 y dar así a los seguidores madridistas un particular triplete balompédico, tenístico y golfístico?
Poco más se puede añadir sobre Miguel Ángel Jiménez, actual campeón del Open de España. Que un golfista a sus cincuenta años, y contando, sea capaz de situarse entre los treinta mejores de la clasificación mundial, se marche del Masters de las Angustias con una cuarta posición bajo el brazo y tenga a las casas de apuestas británicas asustadas con un amenazante órdago a la grande como es su asalto al equipo europeo de la Ryder Cup, son razones más que suficientes como para no descartarle de un The US Open Championship de donde desempolvamos un sobresaliente segundo puesto en la edición de 2000 (el primero de los mortales tras un extraterrestre californiano) entre cuatro cortes fallados consecutivos (2009-12) y su ausencia el año pasado por lesión.
Gonzalo Fernández-Castaño y Pablo Larrazábal coincidirán por primera vez en el The US Open Championship. Prueba de fuego para el madrileño, décimo en 2013 pero incapaz, por el momento, de traducir en resultados su adaptación al universo del PGA Tour, y premio para el barcelonés, que se estrena en las lides del torneo más complicado del mundo con el recuerdo de su séptima posición en el BMW PGA Championship del European Tour. No se recuerda en la historia reciente del Abierto un ganador en su primera participación (el último fue el mítico Francis Ouimet en 1913), y Webb Simpson lo logró a la segunda en 2012… Ya veremos qué nos depara nuestro particular puente aéreo Madrid-Barcelona el próximo domingo.
Yes, we can!
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