15 de Abril de 2013
En la rígida y reglamentada Augusta, en un campo en que una voz fuera de tiempo o una inoportuna llamada de teléfono te puede poner de patitas en la calle, un grito rompió la tarde. Era un grito de alegría, de rabia, de sueños cumplidos; un grito de desesperación, el grito de tantas estrellas australianas ahogadas en el mar verde de Georgia; el grito de un país que parecía condenado a sufrir otro revés en el major más cruel… Pero también el grito de reivindicación de un jugador que encajó con deportividad uno de los golpes más duros que el golf ha propinado en los últimos años, aquella derrota en el Open Championship de 2012 disputado en Royal Lytham, un colapso que supo aprovechar Ernie Els.
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Podría antojarse escaso el botín de los españoles en esta edición recién finalizada del Masters si se toma como referencia la jornada inicial, con liderato de Sergio García y Gonzalo Fernández-Castaño también metido cerca de la cabeza, pero la Armada sale de Augusta con buenas sensaciones no del todo reflejadas en la clasificación.
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Hay personas que creen en los dioses del golf, unos entes superiores que reparten justicia ante los infortunios de los jugadores, manteniendo un delicado equilibrio entre quienes merecen la victoria y aquellos que se encuentran con ella. Al ver cómo Adam Scott realizó cuatro bogeys en sus últimos cuatro hoyos del Open Championship, volvieron a acudir a ellos en busca de respuestas. “Le deben un grande”, decían. “Esto no se puede quedar así”. Y en cierto modo tenían razón. Un jugador que se había abierto hueco en Royal Lytham a base de cañonazos desde el tee, que había cogido greenes en regulación como quien reparte periódicos por el vecindario, se había desmoronado poco a poco en los momentos cruciales. No fue como Van de Velde en Carnoustie en el 99, nada tan estrepitoso ni dramático. Scott, simplemente, no estuvo a la altura. “Vas a ganar muchos de estos Adam, tienes demasiado talento”, le dijo Els al finalizar. Puede que los dioses terminaran escuchándole.
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• Espectacular final el vivido ayer en el Masters de Augusta gracias al tramo final que nos brindaron Adam Scott y Ángel Cabrera. Para el recuerdo quedarán dos gritos. El de «vuele, vuele» del argentino pidiendo, de usted, a su bola que hiciera algunos metros extra para coronar el green del 18 en el primer hoyo del playoff y el «C’mon Aussie» que gritó el australiano nada más embocar el putt de la victoria en el 10.
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El jugador chino Lin Wen-tang se ha proclamado ganador del Solaire Open, que se estaba disputando en el Wack Wack Golf & Country Club (Manila, Filipinas). La séptima prueba del calendario en el Asian Tour dejó a solo cuatro jugadores por debajo del par del campo tras cuatro días de competición, siendo Lin el primer clasificado con un acumulado de menos tres.
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Jornada dura para los españoles presentes en Augusta en un día acaparado por el asunto Tiger Woods y la manera en que los regentes de Augusta optaron por una solución intermedia para no descalificar al número 1 del mundo, solución que no ha dejado satisfechos a muchos profesionales.
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